El pasado 11 de octubre, la plaza de toros de Las Ventas se llenó de aficionados para presenciar una tarde de toros que prometía emociones intensas. En particular, el torero Román se enfrentó al reto más complicado de la jornada, lidiando con el toro más exigente, el quinto de la tarde, que le planteó una batalla de poder a poder.
Román mostró valentía y pundonor ante el desafío, logrando conectar con el público a pesar de un error crucial en la suerte suprema. Después de una faena que comenzó con suavidad y fue en ascenso, el torero no pudo consumar su éxito al fallar con la espada, lo que empañó su labor meritoria.
Una tarde marcada por la dificultad
En su primer toro, Román cortó una oreja tras una actuación que, aunque marcada por la incertidumbre del animal, mostró su capacidad técnica. El toro, astifino y de comportamiento reservado, llegó al tercio final con poca alegría, pero Román supo manejarlo con una muleta que fue de menos a más, destacando en la última tanda con su mano derecha.
Sin embargo, la verdadera prueba llegó con el quinto toro, que era complicado y reservado, lo que obligó a Román a exhibir su mejor repertorio. Con un valor admirable, se plantó ante el animal, robándole muletazos apasionados y transmitiendo al público la emoción del riesgo que asumía. A pesar de su entrega, el fallo con la espada resultó en una ovación en lugar de un premio más significativo.
Desafíos para sus compañeros
El resto de la tarde fue difícil para sus compañeros. Ginés Marín no tuvo suerte con sus toros, enfrentándose a un primero que, tras un inicio prometedor, se vino abajo en la muleta. Su actuación fue opacada por los problemas que presentó el cuarto, que mostró un comportamiento soso, y el sexto, en el que, a pesar de su esfuerzo, los resultados fueron decepcionantes.
La mayor preocupación fue para David Galván, quien sufrió una cogida al inicio de su faena. Tras unos muletazos por bajo, un toro incierto lo enganchó por la pierna, dejándolo inconsciente en la arena. Afortunadamente, el parte médico indicó que, aunque sufrió un traumatismo craneoencefálico y un puntazo corrido, su estado era reservado, y fue trasladado al hospital Gregorio Marañón para más estudios.
La corrida de toros de Victorino Martín estuvo bien presentada, con animales astifinos que cumplieron en varas, aunque el juego fue desigual. El tercero y quinto toros destacaron, siendo aplaudidos en el arrastre, pero la jornada dejó un sabor agridulce para los toreros, que encontraron dificultades en sus enfrentamientos.
A pesar de los desafíos, la entrega de Román y su valentía fueron reconocidas. La afición lo premió con una oreja, que, aunque justa, dejó la sensación de que el toro merecía algo más. La tarde en Las Ventas se recordará por la pasión y el riesgo asumido, aunque falto de ese arrebato final que marca a los grandes toreros.