El verano ha sido fuente de inspiración para muchos compositores a lo largo de la historia, quienes han plasmado su esencia en obras que perduran en el tiempo. George Gershwin es uno de los más destacados, y su célebre canción Summertime nos sumerge en el dulce sopor veraniego. Esta pieza forma parte de su ambicioso proyecto Porgy and Bess, una ópera que tardó diez años en completar.
Sin embargo, el verano no solo es retratado en la famosa Las cuatro estaciones de Antonio Vivaldi, sino que compositores como Haydn, Beethoven, Berlioz, Chaikovski, Debussy y Mahler también han dejado su huella. Cada uno de ellos ha capturado la esencia de esta estación de diferentes maneras a lo largo de los siglos.
El verano en la música clásica
La llegada del verano transforma las ciudades y los hábitos de los ciudadanos. En Leipzig, durante la época de Bach, los conciertos públicos se trasladaban a los jardines del Café Zimmermann en los meses estivales. En lugar de las noches de invierno, los miércoles a las cuatro de la tarde, los asistentes podían disfrutar de la música de Bach, acompañado de sus hijos y estudiantes, mientras degustaban un buen café bajo la sombra de los árboles.
Uno de los conciertos más memorables en la historia de la música se llevó a cabo en el río Támesis el 7 de julio de 1717, donde Georg Friedrich Haendel presentó su Water Music. Este evento, organizado por el rey, reunió a aproximadamente 50 músicos que tocaron en una barcaza, creando una atmósfera única que no se repetiría hasta más de dos siglos después.
Obras que evocan el verano
En 1876, el compositor ruso Piotr Illich Chaikovski recibió un encargo de escribir piezas para piano que se publicarían mensualmente. Así nació su obra Las estaciones, que incluye evocadoras piezas veraniegas como junio, barcarolle, julio, canción del segador y agosto, la cosecha.
Por su parte, Vivaldi, en su obra Las cuatro estaciones, describe el verano en tonalidad de sol menor, reflejando el poder del sol, el canto de las aves y la llegada de tormentas, un clásico en la música que evoca esta estación. La tormenta también aparece en la Sinfónica No 6 en fa mayor de Beethoven, donde el cuarto movimiento recrea magistralmente el proceso de una tormenta estival.
El verano no se limita al descanso; es una época de trabajo en el campo. Compositores como Robert Schumann y Chaikovski han inmortalizado estas labores en sus obras. La esencia del verano puede encontrarse también en el Preludio a la siesta de un fauno de Claude Debussy, que evoca esa sensación de calma y descanso tan característica de la estación.
Como escribió Gustav Mahler en 1895: “El verano hace su entrada. Es mi tercera sinfonía. Una enorme sonrisa a todo el ancho mundo”. Mahler, tras su labor como director de orquesta, encontraba en el verano el momento perfecto para componer, rodeado de la naturaleza. Su Adagietto de la Sinfónica No 5 es una página evocadora que ha sido asociada con el amor y la búsqueda de la belleza, tal y como se refleja en la novela La muerte en Venecia de Thomas Mann.
Hoy, podemos sumergirnos en la belleza de estas y otras obras que celebran el verano, disfrutando de los dulces y suaves días que esta estación nos ofrece.
