El pasado sábado, 12 de julio, una esperada fiesta de la espuma en Barcelona se vio frustrada por el temor a una tormenta que, finalmente, no se materializó. Esta celebración, que conmemoraba el 20.º aniversario de La Ciutat Invisible, una librería de Sants conocida por su enfoque en el ensayo crítico, prometía ser el gran acontecimiento cultural del verano, pero las inclemencias del tiempo llevaron a muchos a cambiar sus planes.
La librería, ubicada en Riera d’Escuder, 38, había organizado una fiesta reminiscentes de las discotecas de los años ochenta, pero el mal tiempo hizo que los asistentes se encontraran con una realidad muy diferente. Niños, jóvenes y vecinos del barrio acudieron con expectación, solo para descubrir que las burbujas no aparecieron y que las familias se vieron obligadas a optar por la tediosa compra semanal en el supermercado.
Sin embargo, a pesar de la decepción inicial, la noche no estuvo exenta de alegría. La librera Irene Jaume comentó que, aunque no hubo espuma, el evento se transformó en una celebración cultural con un bingo musical y una cena, consolidando el espíritu de comunidad y la continuidad del proyecto. “El proyecto continúa en la pelea”, afirmó Jaume, destacando la resiliencia de La Ciutat Invisible ante las adversidades.
Un toque de Shakespeare en el verano barcelonés
Con el paso de los días, el calor se hizo sentir en la ciudad, y el lunes, el parque de la Estació del Nord se convirtió en el escenario de una obra del famoso dramaturgo inglés. El grupo Parking Shakespeare presentó Cimbelín, una de las últimas obras de William Shakespeare, reimaginada en una versión en catalán que redujo la duración de la obra original de cuatro horas y media a unos más manejables 90 minutos.
La obra, caracterizada por su mezcla de comedia y drama, incluye elementos típicos del universo shakespeariano: amores contrariados, conspiraciones palaciegas y cambios de identidad. Harold Bloom describió Cymbeline como una “parodia de sí mismo”, lo que añade un nivel de complejidad y humor a la representación. La compañía lleva a cabo funciones diarias, exceptuando los martes y miércoles, hasta el próximo 28 de julio, y la respuesta del público ha sido entusiasta, llenando el cubo de la taquilla inversa con billetes de 5 y 10 euros.
Literatura y amor en la librería Obaga
En otro rincón de Barcelona, la librería Obaga también se ha convertido en un foco de atracción cultural. El martes, Care Santos compartió la historia de amor de sus padres, un médico sevillano y una joven barcelonesa, en una charla amena que giró en torno a su novela L’amor que passa. Esta obra, inspirada en la correspondencia que mantuvieron sus progenitores, ofrece una mirada íntima y nostálgica sobre el amor y la memoria familiar.
El evento, presentado por Joan Casas Fuster, fue una celebración del legado literario y personal de Santos, que ha sabido conectar con su audiencia de manera profunda y emotiva. La acogedora atmósfera de Obaga, regentada por Carol y Dioni Porta, contribuyó a crear un espacio donde la literatura y la vida se entrelazan, reafirmando el papel vital de las librerías como centros culturales.
Así, mientras la espuma se desvanecía, la cultura en Barcelona encontró nuevas formas de celebrarse, demostrando que la comunidad siempre encuentra motivos para unirse y disfrutar de lo que realmente importa: la literatura, el arte y el intercambio humano.
