El académico de la Real Academia Española (RAE) Juan Luis Cebrián ha lanzado un ataque directo contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el contexto de un artículo publicado en su columna de The Objective, donde denuncia el intento del Instituto Cervantes de socavar la autoridad de la RAE. Cebrián sostiene que el gobierno de coalición PSOE-Sumar ha logrado envenenar las instituciones de España y apunta al Instituto Cervantes, bajo la dirección de Luis García Montero, como un instrumento para desestabilizar la RAE.
En su artículo, Cebrián afirma que la reciente crítica de García Montero a Santiago Muñoz Machado, actual director de la RAE, es parte de una estrategia que busca erosionar la imagen de la institución en vísperas de las elecciones programadas para diciembre de 2026. Esta situación ha provocado un amplio rechazo dentro de la RAE, donde voces tanto anónimas como públicas se han manifestado en contra del director del Cervantes y del Gobierno.
La crítica a la política exterior española
Cebrián subraya el fracaso de la política exterior española en América Latina, señalando que esta se traduce en una «ausencia progresiva» en la región. En contraposición, resalta el papel fundamental de las academias, universidades y el sector empresarial en mantener la influencia española en Hispanoamérica. Según Cebrián, el reciente Diccionario Histórico del Español presentado en Arequipa es un ejemplo de cómo la sociedad civil puede ofrecer lecciones valiosas a un oficialismo que, según él, se encuentra carente de dirección y visión.
El académico añade que la RAE ha mantenido siempre un comportamiento insobornable a lo largo de su historia, recordando cómo resistió a los intentos de destitución durante el franquismo. Cebrián destaca que la RAE es un baluarte contra la ambición desmedida de los políticos que buscan dividir a los españoles en «buenos y malos» sin ofrecer un proyecto común.
Un llamado a la resistencia cultural
La crítica de Cebrián también se extiende a la figura de Sánchez, a quien acusa de gobernar sin el respaldo del Parlamento y de estar dispuesto a actuar en contra de la sociedad civil. En su opinión, queda un grupo de profesionales dispuestos a resistir la ola de egoísmo política, lo que incluye a científicos, artistas y periodistas.
Para concluir, Cebrián afirma que los líderes políticos deben entender que destruir instituciones culturales sólo alimenta su ambición personal. La voz del académico se alza como un grito de alarma sobre el futuro de la RAE y la cultura en España, exigiendo un respeto por la excelencia intelectual y la ética en la política.