Aitana Ocaña, la renombrada cantante catalana, ha lanzado su cuarto disco de estudio, Cuarto azul, y se encuentra en una etapa profesional y personal de gran felicidad. Después de realizar su mini gira de verano Metamorfosis Seasons, que incluyó tres conciertos en julio en Barcelona y Madrid, la artista se prepara para su esperado Cuarto Azul World Tour, que abarcará varias ciudades nacionales e internacionales, aunque aún sin fechas concretas.
Aitana ha compartido momentos de su vida personal, incluyendo vacaciones en Indonesia junto a su pareja, el streamer Plex (Daniel Alonso). Sin embargo, a pesar de su creciente fama, siempre encuentra tiempo para regresar a su tierra natal: Sant Climent de Llobregat, un encantador pueblo a tan solo media hora de Barcelona.
Un refugio lleno de encanto
Situado en el Baix Llobregat, Sant Climent de Llobregat destaca por su belleza natural y su ambiente tranquilo. Este pequeño pueblo, alejado del bullicio turístico, ha sido un refugio constante para Aitana, donde conserva su círculo más íntimo. Sus visitas son frecuentes, y es aquí donde ha celebrado cumpleaños y se ha desconectado del ruido de la ciudad.
El pueblo cuenta con un casco antiguo bien conservado, que incluye callejuelas empedradas y casas tradicionales de piedra adornadas con flores en primavera. La cereza es uno de los símbolos del municipio, y cada año se celebra la Festa de la Cirera en mayo, donde los vecinos muestran orgullosos su producto más dulce en un ambiente festivo.
Pasear por Sant Climent es sumergirse en un paisaje rural que conserva la autenticidad de la vida del pueblo. El Parque de la Muntanyeta ofrece un espacio verde ideal para hacer picnics o simplemente disfrutar de las vistas. Además, hay rutas señalizadas para senderistas y ciclistas que permiten explorar los alrededores, entre pinares y antiguos márgenes de piedra seca.
Tradición y modernidad en un mismo lugar
En el centro del pueblo destaca la iglesia parroquial de Sant Climent, de origen románico, con un campanario visible desde casi cualquier punto. Las plazas y terrazas invitan a detenerse sin prisa, donde no hay turismo masivo ni grandes cadenas, sino bares tradicionales donde se puede disfrutar de un vermut, una tapa o un café.
Otro atractivo de Sant Climent es el Museu del Pagès, un espacio que rinde homenaje a la vida campesina de la zona. Aquí se pueden encontrar herramientas antiguas y documentos que narran cómo era la vida rural antes del crecimiento del área metropolitana. Visitar este museo permite comprender cómo el pueblo ha sabido preservar sus raíces sin renunciar al presente.
Muchos eligen quedarse en Sant Climent, donde el ritmo de vida es más pausado y la autenticidad se respira en cada rincón. Aitana Ocaña, que podría triunfar en cualquier parte del mundo, siempre vuelve a este rincón sereno donde todo comenzó. Aunque el pueblo no tenga grandes monumentos ni atracciones turísticas masivas, posee un valor inestimable: autenticidad, cercanía y una belleza sencilla que se descubre paso a paso.
