Un cambio sutil pero inquietante ha tenido lugar en YouTube. La plataforma, que durante años ha sido un refugio para el contenido educativo y de divulgación, ha evolucionado hacia un formato que se asemeja más a un casino que a una biblioteca. Para los creadores de contenido que han dedicado su esfuerzo a la educación digital, el mensaje del algoritmo ha sido claro: se busca la adicción de la audiencia, no su aprendizaje.
Durante la última década, YouTube se posicionó como un pilar del contenido de larga duración, donde los usuarios podían profundizar en temas como historia, ciencia y arte. No obstante, en su intento por competir con la creciente popularidad de TikTok, la plataforma ha cambiado sus métricas de recomendación, priorizando la retención extrema sobre la satisfacción del usuario.
La tiranía del algoritmo
Investigaciones recientes sugieren que desde mayo de 2024 se ha implementado un ajuste drástico en el algoritmo. Ahora, un vídeo bien documentado de 40 minutos ya no es recompensado. En su lugar, se premia el contenido frenético, con cortes cada pocos segundos y estímulos visuales constantes. Este cambio ha generado preocupaciones entre los creadores de contenido educativo, quienes ven cómo su trabajo se ahoga en un mar de vídeos sensacionalistas y poco rigurosos.
El sistema, que antes distinguía entre tiempo de calidad y tiempo cautivo, ahora favorece cualquier contenido que mantenga al espectador pegado a la pantalla. Los datos de herramientas como vidIQ muestran que aquellos que mantienen un ritmo de publicación constante ven un aumento notable en sus impresiones, independientemente de la calidad del contenido. Esta situación ha puesto en desventaja a la alta divulgación, que requiere semanas de investigación y edición.
A pesar de que el formato largo no ha desaparecido del todo, ha mutado. El contenido que sigue siendo premiado por el algoritmo tiende a ser de actualidad y está relacionado con temas políticos o geopolíticos. Este enfoque ha permitido que canales de contenido sensacionalista prosperen, mientras la desinformación se infiltra en el discurso público.
El impacto cultural de la «TikTokización»
La introducción de YouTube Shorts es una respuesta directa a la popularidad de los vídeos cortos de TikTok. Cada vez más usuarios combinan diferentes formatos dentro de la plataforma, lo que indica que YouTube ya no es solo un repositorio de vídeos largos, sino que también compite en el terreno del entretenimiento inmediato. Esto ha reentrenado a los usuarios para consumir contenido breve en lugar de profundizar en temas complejos.
El impacto de este cambio es alarmante. Estudios de la Asociación Estadounidense de Psicología señalan que el consumo repetido de contenido digital altamente estimulante puede deteriorar la capacidad de atención y el procesamiento profundo. El término «mental rot» ha sido elegido como palabra del año 2024 por el Diccionario Oxford, reflejando un deterioro intelectual asociado con el consumo excesivo de contenido trivial.
Los creadores de contenido, que solían producir vídeos de calidad, se enfrentan ahora a la presión de adaptar su trabajo a un formato que prioriza la cantidad sobre la calidad. Esta situación ha llevado a muchos a cuestionar su futuro en la plataforma, ya que los ingresos han caído entre un 40% y un 80% en el último año para algunos de los más destacados.
La calidad de la divulgación está en peligro, y si YouTube no ofrece condiciones sostenibles para sus creadores, corre el riesgo de perder a los más talentosos. La saturación del mercado, con la aparición de canales automatizados que utilizan inteligencia artificial para generar contenido, ha dificultado aún más el panorama para aquellos que crean material de alta calidad.
El ciclo de vida de YouTube refleja la teoría de Cory Doctorow sobre la «mierdificación» de las plataformas digitales. Este ciclo, que comienza con el valor para el usuario y termina en un abuso que perjudica tanto a la audiencia como a la plataforma misma, está muy presente en la actualidad. La búsqueda de beneficios a corto plazo podría estar dañando no solo a los creadores, sino a la propia plataforma.
El futuro de la educación online no dependerá de un algoritmo, sino de la comunidad dispuesta a apoyar contenido de calidad. La batalla entre la calidad y la atención superficial ha comenzado, y el resultado determinará la salud intelectual de nuestra cultura digital en la próxima década. Si YouTube quiere seguir siendo relevante, deberá encontrar un equilibrio entre el entretenimiento inmediato y la profundización en el conocimiento.
