La discusión sobre si una menor cantidad de alumnos por docente se traduce en un mejor aprendizaje ha cobrado relevancia en el ámbito educativo. La lógica sugiere que un profesor puede atender mejor a sus estudiantes en un aula con 15 alumnos que en una con 25, pero ¿qué dicen los estudios al respecto?
Educación infantil: la importancia de la atención personalizada
En la educación infantil, la relación personalizada entre docente y alumno es crucial para el desarrollo socioemocional y cognitivo. La capacidad de un maestro para observar y responder a las necesidades individuales de cada niño depende de tener tiempo suficiente para cada uno. Según el Proyecto STAR, que analizó una muestra de 11 571 alumnos en Tennessee, se constató que las mejoras en el aprendizaje eran más significativas en clases reducidas en esta etapa. Asimismo, un estudio en más del 80 % de las escuelas infantiles de Quebec concluyó que un tamaño de clase inferior a 16 alumnos tiene un impacto positivo en el desarrollo cognitivo, y que el número ideal debería ser aún menor para favorecer competencias sociales y comunicativas.
Estos hallazgos subrayan la necesidad de contar con grupos pequeños en los primeros años escolares para fomentar vínculos de calidad y una atención más cercana.
Educación primaria: resultados variables pero beneficios claros
En la educación primaria, la evidencia sobre el impacto de la ratio en los resultados académicos es más variada. Sin embargo, se ha demostrado que ratios más bajas pueden facilitar una atención más individualizada, especialmente en contextos desfavorecidos. Las clases con menos de 18 alumnos no solo mejoran el bienestar de los estudiantes, sino que también crean condiciones propicias para una enseñanza inclusiva.
El trabajo con alumnos con discapacidad es particularmente relevante, pues se observa que las ratios reducidas son necesarias para garantizar un entorno accesible. En términos comparativos, mientras que en la mayoría de los países la ratio se sitúa por debajo de 25 estudiantes por clase, en naciones como Chile y Reino Unido se alcanzan cifras de hasta 28 alumnos por aula. En contraste, Croacia y Luxemburgo reportan una media de 15 estudiantes por docente.
Un estudio realizado durante la pandemia de covid-19 evidenció que la reducción en el tamaño de las clases contribuyó a un aprendizaje más efectivo, lo que refuerza la importancia de este factor en la educación primaria.
Educación secundaria y superior: desafíos y consideraciones
A medida que se avanza hacia la educación secundaria, las ratios tienden a aumentar, lo que plantea un desafío adicional. Es esencial combinar ratios manejables con metodologías activas de enseñanza para crear un entorno que favorezca la participación y el aprendizaje. La OCDE reporta que el tamaño medio de clase en Europa es de 23 estudiantes, aunque países con buenos resultados académicos como Luxemburgo y Estonia mantienen cifras por debajo de 17.
En América Latina, la situación es distinta, con una ratio promedio de 25 estudiantes en secundaria, llegando hasta 35 en Chile y 33 en Colombia. Esta elevada densidad en el aula dificulta la implementación de metodologías activas y limita la atención individualizada, afectando el bienestar y la satisfacción laboral de los docentes, especialmente en contextos vulnerables.
En el ámbito universitario, el tamaño del grupo también determina el clima motivacional y la implicación del estudiante. En clases con muchos alumnos, el docente se ve obligado a gestionar el grupo y los recursos, limitando su capacidad de interacción. Según el Sistema Integrado de Información Universitaria, la media en el curso 2021-2022 fue de 10 estudiantes por docente a tiempo completo, aunque esta cifra no refleja la realidad de los grupos, especialmente en universidades a distancia como la UNED, donde cada docente atiende a unos 105 estudiantes.
En conclusión, la evidencia empírica indica que la ratio estudiante-docente influye significativamente en la calidad educativa, sobre todo en las etapas iniciales y en contextos vulnerables. Si bien en educación secundaria y superior el impacto es más matizado, una adecuada relación sigue siendo esencial para facilitar metodologías activas y entornos de aprendizaje motivadores. Sin embargo, este efecto debe analizarse en conjunto con el desarrollo profesional docente y modelos pedagógicos centrados en el estudiante.
Este artículo ha sido elaborado con la colaboración de Martina Loitegui y Miguel Howe León, consultores del Instituto de Innovación para el Aprendizaje de la Universidad Francisco de Vitoria. La autora, Noemy Martín Sanz, declara no recibir ningún tipo de remuneración o financiamiento que pueda influir en este contenido.