El paso del tiempo no siempre favorece la memoria colectiva, y es que la Autobiografía del general Franco, escrita por Manuel Vázquez Montalbán, ha vuelto a pasar prácticamente desapercibida en medio de la proliferación de listas y recomendaciones sobre libros relacionados con el dictador. Publicada por primera vez en 1992, año en que se conmemoraba el centenario del nacimiento de Franco, esta obra no logró el éxito esperado, y su reedición hace apenas tres años tampoco ha captado la atención que merece.
El contexto en el que se lanzó la obra fue especialmente complicado, ya que España estaba inmersa en celebraciones del quinto centenario del descubrimiento de América y los Juegos Olímpicos de Barcelona, factores que eclipsaron cualquier intento de revivir la figura del dictador. A pesar de ello, la prosa de Vázquez Montalbán es un ejemplo claro de su indudable talento, un escritor prolífico que utilizó múltiples seudónimos y que fue capaz de abordar temas tan variados como la política, la gastronomía o el deporte.
Una mirada audaz a la historia
La estructura de la obra se presenta como un doble relato en el que la voz del dictador es interrumpida por el narrador, Marcial Pombo, un escritor que representa a los perdedores de la guerra civil. Esta dinámica permite a Vázquez Montalbán ofrecer un contrapunto crítico al autocomplaciente relato que Franco construyó de sí mismo, retratando sus debilidades y miedos. La labor de Pombo es descrita por el hijo del autor, Daniel Vázquez Salles, como un trabajo que dejó a su padre «agotado mental y físicamente».
El resultado es una obra que no solo se centra en el caudillo, sino que también ofrece una crítica profunda a los aspectos más oscuros de la dictadura. La figura del editor, Julio Amescua, que encarga la autobiografía a Pombo, se convierte en un reflejo de las tensiones políticas de la época, en un contexto donde la desconfianza de Franco hacia todos era proverbial.
Un relato que invita a la reflexión
Vázquez Montalbán logra equilibrar el humor con la crítica en su prosa, así como en pasajes donde Franco, consciente de su deterioro físico, se enfrenta a la ironía de su situación. El autor no escatima en ajustes de cuentas con figuras del régimen, como José María de Areilza, y presenta un relato que, a pesar de su complejidad, resulta accesible.
A medida que la sociedad se aleja de aquellos años oscuros, es fundamental que las nuevas generaciones conozcan las realidades de la dictadura. Vázquez Montalbán, en plena Transición, dejó una frase impactante que resuena aún hoy: «Contra Franco vivíamos mejor». Esta obra, por tanto, no solo es un testimonio histórico, sino también una invitación a la reflexión crítica sobre el pasado y sus repercusiones en el presente.
En un momento donde la historia parece ser revisitada con frecuencia, la Autobiografía del general Franco merece un lugar destacado en la discusión literaria y política, no solo por su valor narrativo, sino por la necesidad de recordar y analizar los oscuros capítulos de la historia reciente de España.
