La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública en todo el mundo, con cifras que alarman a expertos y ciudadanos. A menudo, se asocia a la idea de «comer mucho y moverse poco», pero este enfoque simplista no aborda la complejidad de la enfermedad. El endocrinólogo Julián Tamayo señala que la obesidad es el resultado de diversas causas biológicas, sociales y ambientales que afectan a millones de personas.
Una mirada más profunda a la obesidad
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), un índice de masa corporal (IMC) igual o superior a 30 se considera obesidad. Sin embargo, las causas son multifactoriales. «Sabemos que la microbiota tiene mucho que ver. Hoy en día sabemos que los disruptores endocrinos también tienen mucho que ver», afirma Tamayo, quien destaca el impacto de los plásticos y la industrialización en la alimentación.
El entorno actual se ha vuelto obesogénico, lo que significa que favorece la acumulación de grasa en el cuerpo. «Los cambios alimentarios —de una dieta natural y saludable hacia comidas de fácil producción, realización y muy ultraprocesadas— hacen que nuestro cuerpo no pueda entender cómo funcionar con estos productos», explica el especialista. Esto provoca que, en lugar de ser metabolizadas correctamente, las grasas se acumulen en lugares inadecuados.
Un problema más allá de la salud
La obesidad infantil es otra de las preocupaciones más destacadas, afectando a casi 1 de cada 5 menores en muchos países. Esto no solo es una estadística preocupante, sino que implica un mayor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes tipo 2, problemas cardiovasculares y trastornos emocionales. Además, los niños con sobrepeso son más propensos a sufrir estigmatización y discriminación desde una edad temprana.
«El sobrepeso y la obesidad en niños afectan su rendimiento escolar, su calidad de vida y los someten a estigmatización, discriminación e incluso acoso», advierten organismos internacionales. Por tanto, la obesidad no es únicamente un problema de salud, sino también de justicia social, acceso y educación.
Datos recientes revelan que en 2021, un IMC superior al óptimo provocó al menos 3,7 millones de muertes en todo el mundo. Además, el coste económico de la obesidad podría superar los 18 billones de dólares en 2060, a menos que se implementen medidas estructurales y políticas de salud pública efectivas.
El mensaje del Dr. Julián Tamayo es claro: culpar al paciente no resuelve el problema, sino que lo agrava. La obesidad debe ser tratada como una enfermedad crónica compleja, con raíces profundas en el entorno, el metabolismo, la educación y las desigualdades sociales.
«Si el sistema sanitario, la cultura y la sociedad no hacen una autocrítica, el paciente queda solo. Y eso es inaceptable», señala. La lucha contra la obesidad no se gana con insultos ni dietas de moda, sino con empatía, políticas públicas y educación.