Iris Carabal, maestra y especialista en Pedagogía Terapéutica, ha lanzado su libro Aprendiendo a ser maestra de alumnado con TEA, un recurso valioso para impulsar la inclusión educativa de niños en el espectro del autismo. En una reciente entrevista, Carabal comparte su visión sobre cómo las escuelas pueden y deben ser espacios donde todos los alumnos, independientemente de sus necesidades, tengan oportunidades reales de aprendizaje.
El proceso de escolarización de un niño con TEA es un camino que debe ser recorrido con cautela. Carabal enfatiza que lo fundamental no es sólo la reputación del colegio, sino la filosofía que guía su enfoque hacia la inclusión. “La verdadera diferencia radica en cómo entiende la inclusión el centro y si esta filosofía permea toda la comunidad educativa”, asevera.
Recursos y organización en la inclusión educativa
Conocer los recursos que el colegio ofrece y cómo se organizan para atender a la diversidad es esencial. La docente recomienda prestar atención a las ratios de alumnos por clase, ya que un centro saturado tendrá dificultades para ofrecer una atención individualizada y de calidad. Además, es importante que las familias se informen sobre la existencia de otros niños con necesidades educativas especiales en el mismo centro, lo que puede facilitar el proceso de adaptación.
Carabal también menciona que la inclusión real en el aula no solo depende de contar con especialistas, sino de un compromiso global del centro educativo. “No basta con tener un profesor de apoyo motivado, se requieren programas de sensibilización y un equipo coordinado”, explica. Para ello, es crucial que se reduzcan las barreras físicas y cognitivas, garantizando que todos los docentes estén familiarizados con estrategias de inclusión.
Desmitificando prejuicios sobre el TEA
Uno de los grandes retos es deshacer los prejuicios que rodean a los niños con TEA. Carabal señala que no todos los niños con autismo son iguales; cada uno tiene su propia personalidad y necesidades. “Un error común es pensar que los niños no verbales nunca podrán comunicarse. Existen sistemas de comunicación aumentativa que les permiten expresarse de manera efectiva”, aclara.
La docente también aborda la importancia de cuidar el entorno escolar. “Pequeños ajustes, como anticipar cambios o flexibilizar horarios, pueden hacer una gran diferencia en la experiencia educativa de un niño con TEA”, comenta. Además, sugiere que mantener la calma ante comportamientos difíciles es esencial, ya que detrás de cada conducta hay una necesidad que el niño aún no sabe expresar.
Las relaciones sociales son una de las áreas más complicadas para el alumnado con TEA. Carabal subraya la necesidad de trabajar estas habilidades de manera intencionada desde el primer día en el aula, promoviendo dinámicas de juego cooperativo que ayuden a todos los alumnos a entender y respetar las diferentes formas de relacionarse.
La colaboración con las familias también es fundamental. Carabal insiste en que mantener una comunicación clara y constante con los padres multiplica el efecto positivo de las intervenciones educativas. “Involucrar a las familias en actividades conjuntas y explicarles las estrategias que se están implementando es clave para el éxito de la inclusión”, concluye.
La labor de Iris Carabal y su enfoque en la educación inclusiva son un ejemplo de cómo, con los apoyos adecuados y un compromiso colectivo, se pueden transformar las vidas de muchos niños con TEA, ofreciéndoles un entorno donde puedan crecer y desarrollarse plenamente.
