domingo, diciembre 07, 2025

La lucha de Domingo Negrín por mantener viva la tradición de las castañas

La falta de castañas de calidad lleva a Domingo Negrín a pausar su emblemático negocio en Santa Cruz.
por 7 diciembre, 2025
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Domingo Negrín, uno de los últimos tostadores de castañas de Santa Cruz, se enfrenta a un futuro incierto debido a la falta de calidad en el producto. Este año, al igual que el anterior, no ha podido montar su puesto, a la espera de que el próximo otoño las condiciones mejoren y le permitan retomar su actividad.

La situación es alarmante; lo que antes era un fruto resistente que podía conservarse bien durante una semana, ahora apenas dura dos días sin ponerse blando o ácido. Según Negrín, el cambio climático y los incendios han alterado el ciclo natural de los castaños, provocando lluvias fuera de fecha y veranos interminables que afectan la producción.

Desafíos del oficio tradicional

Negrín lamenta que un árbol que antes producía cerca de 150 kilos de castañas ahora apenas da 30 kilos, y algunos, ni siquiera eso. «¿Qué vas a hacer? Si la castaña no es buena, te juegas a tirar el dinero», señala con preocupación. La escasez de castañas locales ha llevado a muchos de sus colegas a recurrir a castañas de la península, una opción que él no considera viable.

Los incendios de los últimos años han devastado zonas históricas de cultivo, y los daños provocados por el ser humano, como robos y vandalismo, complican aún más la situación. «Un castañero es delicado. Le rompes una rama y es como perder un año entero», explica. A esto se suman los crecientes costes operativos, ya que los precios de los insumos como el carbón y la sal han aumentado significativamente.

La tradición familiar y el futuro incierto

A pesar de las adversidades, Domingo ha intentado mantener su negocio a flote. Este año participó en el evento «Saborea de La Esperanza», donde consiguió 100 kilos de castañas de un proveedor de confianza. Sin embargo, montar un puesto implica afrontar numerosos gastos: permisos, seguros y el encarecimiento de los materiales. «Antes un saco de carbón costaba 15 euros; de un día para otro pasó a 25», detalla.

La nostalgia por los tiempos pasados es palpable en su relato. Recuerda cuando Santa Cruz contaba con casi veinte puestos de castañas, en contraste con los cuatro o cinco que se cuentan hoy en día. «La gente no está en la calle. Ni el clima ni nosotros somos los mismos», reflexiona, añorando la vida activa de antaño.

La familia Negrín ha estado vinculada a este oficio durante generaciones. Domingo, su abuelo y su padre han trabajado en los puestos, creando un legado que se ha transmitido de padres a hijos. «Nos ganamos un nombre: Castañas Negrín. Era dar lo mejor, siempre», recuerda con orgullo.

Sin embargo, la situación actual resulta desalentadora. Con el precio de las castañas en los supermercados rondando los ocho o nueve euros el kilo, el producto se está convirtiendo en un lujo. «¿Qué hago yo si compro 300 kilos para dos semanas y a los dos días tengo que tirar la mitad? Ahí se acabó el negocio», se lamenta.

La esperanza de un futuro mejor persiste en Domingo. «Ojalá me equivoque, pero esto no va a mejorar si no cuidamos las cosas», afirma, mientras continúa con el rito de tostar castañas en el calor del hogar familiar. Su filosofía es clara: «Todo no es ganar dinero. También es que la gente se vaya contenta. Si yo te vendo diez castañas y botas una, vuelves. Si botas seis, no vuelves. Eso es así».

Con la mirada puesta en el futuro, Domingo guarda sus utensilios, no como alguien que abandona, sino como quien se prepara para un regreso. Tal vez el próximo año, su deseo de reivindicar el oficio de su familia y recuperar un otoño como los de antes se haga realidad, con castañas de calidad, un clima favorable y la posibilidad de encender su tostador sin miedo a perderlo todo.

Redacción

Equipo editorial especializado en actualidad ibérica, economía y política. Información rigurosa y análisis profundo de España y Portugal las 24 horas del día.

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