domingo, octubre 26, 2025

La inteligencia artificial transforma la enseñanza universitaria

La IA revoluciona las dinámicas del aula universitaria, fomentando el pensamiento crítico.
por 18 agosto, 2025
Lectura de 2 min

Las universidades están experimentando un cambio radical en la forma en que se enseña y se interactúa en el aula, impulsado por la inteligencia artificial (IA). Cada día, los estudiantes presentan trabajos y resúmenes generados por herramientas como ChatGPT, lo que plantea un interrogante sobre el propósito del aula tradicional. Ante esta realidad, el objetivo ya no es solo transmitir conocimiento, sino crear un espacio colaborativo donde se construya aprendizaje conjunto.

El consultorio de hipótesis

Una estrategia efectiva consiste en pedir a los estudiantes que utilicen la IA para generar una tesis sobre el tema a tratar en clase. No se trata de aceptar la afirmación generada, sino de cuestionarla. Durante la clase, los alumnos deben discutir los resultados que ofrece la IA y evaluar su validez. Este ejercicio permite que los estudiantes analicen aspectos como la utilidad de la tecnología, la formulación de preguntas y la identificación de errores.

Por ejemplo, si la IA sostiene que «el uso de la realidad virtual acelera la curva de aprendizaje de los estudiantes en un 30 % en todas las disciplinas», los estudiantes deben investigar la evidencia que respalda esa cifra y su aplicabilidad en diferentes contextos. Este enfoque transforma el aula en un espacio de diálogo crítico, donde se examinan argumentaciones y se buscan fuentes alternativas para respaldar o refutar las afirmaciones.

El taller de falacias

El docente puede lanzar una provocación sobre un tema polémico, como la legalización del cannabis recreativo, pidiendo a los estudiantes que generen argumentos a favor y en contra mediante la IA. En lugar de aceptar los argumentos sin más, el trabajo en clase se centra en analizar la lógica subyacente y detectar errores lógicos, como falacias ad hominem o falsas causalidades.

Este ejercicio no solo permite a los estudiantes construir argumentos éticos y sólidos basados en evidencia científica, sino que también les enseña a discernir entre un argumento bien fundamentado y una mera persuasión. Así, el aula se convierte en un laboratorio retórico donde se entrenan habilidades críticas esenciales para el análisis y la discusión.

En una clase de Derecho Digital, por ejemplo, el docente puede plantear a la IA la cuestión de si debería permitirse el uso de reconocimiento facial en espacios públicos. La IA puede generar argumentos tanto a favor como en contra, lo que permite a los estudiantes trabajar en grupos pequeños para analizar cada posición y mejorar la calidad de sus razonamientos.

La sala de simulación y el laboratorio de creatividad

La IA también ofrece la posibilidad de crear escenarios complejos que permiten la simulación de respuestas a crisis económicas, dilemas bioéticos o conflictos políticos. En pequeños grupos, los estudiantes pueden interactuar con la IA para desarrollar soluciones alternativas y debatir sobre la influencia de factores culturales y éticos en sus decisiones.

Además, el aula puede servir como un laboratorio de creatividad, donde los estudiantes obtienen varias propuestas creativas de la IA para, por ejemplo, una campaña de salud pública. Luego, deben defender una idea que no eligieron inicialmente, lo que les obliga a ver la situación desde diferentes perspectivas y a desarrollar habilidades de empatía argumentativa.

Estos métodos ilustran cómo el aula puede recuperar su valor como espacio social de inteligencia colectiva. Los estudiantes ya no asisten a clase únicamente para «saber», sino para «aprender a querer saber». La interacción enriquecedora en el aula fomenta el pensamiento crítico y la creatividad, recordando que el conocimiento no se recibe pasivamente, sino que se construye de manera activa y colaborativa.

En conclusión, la transformación que la inteligencia artificial está provocando en el ámbito educativo subraya la necesidad de adaptarnos a nuevas maneras de aprender y enseñar. La clave está en utilizar la IA como un recurso que, lejos de reemplazar el diálogo y la interacción humana, enriquezca el proceso educativo y fomente una educación más crítica y participativa.

Rosa M. Rodríguez-Izquierdo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.

Redacción

Equipo editorial especializado en actualidad ibérica, economía y política. Información rigurosa y análisis profundo de España y Portugal las 24 horas del día.

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