El pasado domingo, la localidad de Potes celebró la fiesta de la Exaltación de la Cruz con un evento histórico que marcó la llegada de nuevos franciscanos al Monasterio de Santo Toribio. Este acto litúrgico, profundamente arraigado en la tradición local, fue el marco perfecto para presentar a los religiosos que provienen de México, quienes asumirán la responsabilidad de esta emblemática institución.
La ceremonia fue presidida por el obispo de Santander, Arturo Ros, y el provincial de los franciscanos, José María Arregui. La procesión, que incluyó la venerada reliquia del Lignum Crucis, y la posterior misa solemne, se convirtieron en un símbolo de continuidad y cambio, ya que los nuevos franciscanos reemplazarán a sus predecesores, que han servido en el monasterio durante más de seis décadas.
Fray Rafael Rizo, uno de los nuevos religiosos, se dirigió a los asistentes, expresando su gratitud por la acogida recibida y su compromiso con la comunidad local. “Estamos agradecidos por este proyecto pastoral al venir a estas benditas tierras de Cantabria”, afirmó Rizo, quien enfatizó la importancia del monasterio como un signo de redención a través del Lignum Crucis.
Una nueva etapa para el monasterio
La llegada de los nuevos franciscanos ha sido recibida con entusiasmo por parte de la comunidad. Isabel Urrutia, consejera de Presidencia, destacó que se trata de una buena noticia para todos los cántabros, especialmente para los lebaniegos. “Este monasterio va a continuar estando arropado, cuidado y defendido”, afirmó Urrutia, quien también subrayó el carácter emblemático de la comarca de Liébana.
El alcalde de Potes, Javier Gómez, compartió el sentimiento de optimismo, asegurando que la presencia de los religiosos mexicanos es «una noticia muy feliz» para la región. Gómez se mostró dispuesto a colaborar con los nuevos franciscanos para asegurar que continúen la labor de sus predecesores, quienes han dejado un legado importante en la zona.
A lo largo del evento, la comunidad de fieles se unió para celebrar la misa, que culminó con la bendición del Lignum Crucis y su posterior veneración en el claustro del monasterio. La jornada concluyó con una serie de actividades festivas en Potes, que incluyeron pasacalles, talleres, y una verbena que atrajo a numerosos visitantes.
La festividad de la Cruz no solo reafirma la importancia religiosa del monasterio, sino que también simboliza un nuevo comienzo en la historia de la comunidad franciscana en Liébana, donde el espíritu de San Francisco seguirá vivo en cada rincón.