El campamento de Bernedo se ha visto envuelto en una grave polémica tras las acusaciones de abusos por parte de los monitores hacia los menores. Según testimonios de las familias afectadas, los monitores obligaban a los niños a compartir duchas desnudos, se paseaban sin ropa por las instalaciones y realizaban actividades como cocinar y servir comida en calzoncillos. Además, coaccionaban a los menores para que les chuparan los pies si querían «tomar la merienda». Estas prácticas han sido condenadas por diversas organizaciones y medios de comunicación, que consideran que podrían constituir un atentado contra la libertad sexual de los menores.
Las justificaciones dadas por los voluntarios del campamento, que afirmaron no creer en el «binarismo de género» y que su intención era «romper estigmas y naturalizar cuerpos», no han convencido a la opinión pública. La conmoción generada ha sido notable, con voces tanto feministas como conservadoras denunciando la gravedad de la situación.
El silencio del Gobierno y la doble moral
Lo que resulta especialmente chocante es el silencio casi absoluto del Gobierno de España y de los medios de comunicación afines ante este escándalo. Este silencio contrasta con la intensa cobertura mediática y la reacción del Gobierno cuando un grupo de jóvenes en el colegio mayor Elías Ahúja gritó consignas consideradas improcedentes. Este doble rasero plantea serias preguntas sobre la protección de los menores y la atención que reciben en situaciones de abuso.
La comparación con el caso de los monitores del campamento de Bernedo invita a reflexionar sobre la posible reacción pública si, en lugar de monitores con posturas progresistas, hubieran sido curas quienes estuvieran implicados en estas prácticas. La indignación y la respuesta institucional habrían sido, probablemente, muy diferentes.
El escándalo en Bernedo pone de relieve una preocupante realidad: la necesidad de una mayor protección y vigilancia sobre los menores en entornos donde se espera que estén a salvo. La sociedad debe exigir respuestas claras y contundentes, así como medidas efectivas para prevenir abusos y garantizar la seguridad de los niños en todos los contextos.