La familia Rausing, conocida por ser la heredera del imperio Tetra Pak, ha mantenido un perfil bajo a lo largo de las décadas, a pesar de su notable influencia en el mercado global y su participación en más de cien empresas. Su estilo de vida se caracteriza por la ausencia de redes sociales, entrevistas y apariciones públicas, lo que ha generado un aura de misterio alrededor de su fortuna y actividades.
Un imperio silencioso
En 2025, los Rausing han vuelto a estar en el centro del debate no por escándalos, sino por dos movimientos estratégicos importantes: un reposicionamiento financiero de gran envergadura en mercados globales y un impulso significativo en su filantropía internacional. Según un informe de Bloomberg, los descendientes del inventor del Tetra Brik tienen más de 9.000 millones de dólares invertidos en bolsa, distribuidos en sectores clave como alimentación, tecnología, envases y biotecnología.
La familia ha cultivado una reputación de hermetismo, evitando entrevistas y manteniendo un control absoluto sobre su visibilidad. Residen principalmente entre el Reino Unido y Suiza, donde viven bajo el estatus de residentes «non dom», lo que les permite pagar menos impuestos sobre sus ingresos internacionales. Este enfoque ha contribuido a que su riqueza permanezca en gran medida fuera del alcance público.
Historia de innovación y fortuna
La historia de los Rausing comienza con Ruben Rausing, un visionario sueco nacido en 1895 que revolucionó la industria alimentaria con su invento. Tras observar el modelo de tiendas de autoservicio en Nueva York, fundó Tetra Pak en los años 50, transformando un simple envase en un producto omnipresente en los hogares. Sus hijos, Gad y Hans Rausing, convirtieron la idea en un imperio multinacional que, hoy en día, se considera uno de los grupos industriales más grandes y rentables de Europa.
A diferencia de otras grandes corporaciones, Tetra Laval, la empresa matriz, no cotiza en bolsa y es completamente privada, lo que dificulta conocer el tamaño exacto de sus fortunas. Actualmente, los tres herederos —Finn, Kirsten y Jörn Rausing— manejan una fortuna estimada entre 9.000 y 12.000 millones de dólares. Operan desde oficinas discretas en Lausanne y mediante vehículos financieros como Winder Investments y la Haldor Foundation.
A través de estas entidades, los Rausing han realizado inversiones significativas, incluyendo participaciones de 1.900 millones de dólares en IFF, 2.400 millones en Linde y 2.200 millones en Givaudan, además de inversiones más pequeñas en empresas como Apple y Wells Fargo.
El legado de la familia también se manifiesta en su compromiso filantrópico. A través de organizaciones como el Hans Rausing Trust, han donado más de 610 millones de dólares a causas sociales en el Reino Unido. La Sigrid Rausing Trust, centrada en derechos humanos, ha entregado más de 200 millones de libras desde su creación, y han anunciado que en 2025 destinarán 124 millones de dólares anuales en donaciones.
En un mundo donde los millonarios luchan por ser el centro de atención, los Rausing se destacan por su discreción. Su legado sigue presente en millones de estantes a través de envases de leche y zumo, mientras sus inversiones y donaciones modelan el poder europeo contemporáneo. Aunque evitan los titulares, su impacto es innegable y significativo.