El mercado del uranio se encuentra en un punto crítico, con un déficit significativo que podría tener repercusiones globales en los próximos años. En 2025, la demanda mundial de uranio alcanzará los 195 millones de libras, mientras que la producción primaria se situará entre 155 y 160 millones, lo que revela un desfase de más de 30 millones de libras anuales. Este desequilibrio indica que el mercado avanza a un ritmo más rápido que la capacidad de extracción y procesamiento del mineral, impulsado por factores como la construcción de 63 nuevas plantas nucleares.
Factores que impulsan la demanda de uranio
La reactivación del parque nuclear japonés, que había quedado estancado tras el desastre de Fukushima, y la ambición de China de levantar 150 reactores para el año 2040, triplicarían su consumo de uranio. Europa, por su parte, también ha renovado su confianza en la energía nuclear, explorando tecnologías como los reactores modulares pequeños (SMR). En este contexto, Estados Unidos ha emergido como un actor clave. A través de órdenes ejecutivas emitidas en mayo de 2025 por la administración de Donald Trump, se ha establecido un plan para cuadruplicar la capacidad nuclear del país de 100 a 400 GW para el año 2050.
Las medidas incluyen la aceleración de licencias para nuevas plantas, la construcción de reactores modulares en plazos reducidos y la reapertura de instalaciones cerradas. Junto a China, ambos países proyectan superar los 1.200 GW de capacidad nuclear acumulada en 2050, lo que se traduce en una demanda adicional de más de mil millones de libras de uranio en los próximos 15 años.
El rol de las empresas tecnológicas en la expansión nuclear
Sin embargo, el crecimiento de la demanda no proviene únicamente de los gobiernos. Empresas como Microsoft, Google y Amazon están destinando más de un billón de dólares a centros de datos en los próximos cinco años, invirtiendo en centrales nucleares y reactores modulares con compromisos superiores a los 3.000 millones de dólares. Esto plantea un nuevo enfoque sobre el uranio, que se convierte en un insumo crítico para la economía digital, más allá de su uso tradicional en la producción de electricidad.
A pesar de la creciente demanda, la oferta de uranio sigue sin poder satisfacer las necesidades del mercado. Kazatomprom, el mayor productor mundial de uranio, ha anunciado una reducción del 10 % en su producción para 2026, alertando que solo precios cercanos a 80 dólares por libra justificarían el uso pleno de su capacidad. Además, la reactivación de plantas en Japón está agotando las existencias que anteriormente alimentaban el mercado secundario y los fondos financieros continúan almacenando uranio físico fuera de circulación.
El precio del uranio se ha estabilizado alrededor de los 70 dólares por libra, el doble de lo que valía entre 2016 y 2021, aunque aún lejos del pico de más de 100 dólares alcanzado en 2024. La reciente caída en los precios no se debe a un cambio estructural, sino a una pausa táctica tras un período de compras agresivas por parte de las empresas de servicios públicos. Los analistas coinciden en que 70 dólares podría ser el nuevo suelo del mercado, con una recuperación gradual hacia los 80 dólares en el corto plazo y los 100 dólares en el medio plazo, respaldada por fundamentos sólidos de oferta y demanda.
En resumen, el futuro del mercado del uranio depende de una serie de factores interrelacionados que van desde la reactivación de plantas nucleares hasta la creciente inversión de empresas tecnológicas, lo que asegura que los próximos años serán decisivos para este sector.
