El interés creciente por la deuda pública española está restando atractivo a los créditos disponibles del fondo de recuperación europeo. A menos de un año para la finalización de este mecanismo, España ha solicitado solo el 45% de las ayudas que tiene asignadas, correspondientes a un total de 163.000 millones de euros en subvenciones y préstamos. Esta situación ha llevado a la Comisión Europea a instar al Gobierno español a acelerar el uso de estos recursos, en un contexto donde el crecimiento económico y la reducción de desequilibrios presupuestarios han cambiado la dinámica de financiación.
De acuerdo con el plan de recuperación lanzado en 2021, que buscaba acelerar la recuperación pospandemia, la diferencia entre subvenciones y créditos se vuelve crucial. Las subvenciones son transferencias a fondo perdido, mientras que los créditos deben ser reembolsados. Aunque el tipo de interés de estos préstamos no es fijo, se calcula en función del coste de financiación de la UE. Países como Alemania y Países Bajos han optado por no utilizar esta vía debido a su sólida posición fiscal, mientras que España, golpeada por la crisis del COVID-19, abrió la puerta a ambos canales de financiación desde el principio.
A pesar de que la deuda pública española se sitúa por encima del 100% del PIB, las vulnerabilidades internas han disminuido significativamente. La economía española crece al doble que la eurozona, y el déficit se mantiene en torno al 3%, el umbral máximo permitido por el corsé presupuestario europeo. Además, la balanza de pagos por cuenta corriente registró en 2024 un superávit histórico.
Mejoras en la calificación de la deuda y la prima de riesgo
La mejora de los fundamentos económicos de España se refleja también en la prima de riesgo, que actualmente se encuentra en su nivel más bajo desde 2009, con alrededor de 54 puntos básicos. Este indicador muestra el riesgo financiero adicional que asumen los inversores al prestar dinero a un país frente a otro más solvente, como Alemania. La reciente subida en la calificación de la deuda soberana por parte de las principales agencias de rating (S&P, Moody’s y Fitch) ha permitido a España financiarse a un coste inferior al de hace unos años.
Las últimas subastas de deuda han mostrado diferenciales prácticamente insignificantes. En el caso de las emisiones a 10 años, el tipo de interés de la deuda española se sitúa apenas cuatro puntos básicos por encima del de la UE, en un 3,23% frente al 3,189%. En plazos cortos, España ha logrado colocar su deuda incluso más barata que el bloque comunitario, gracias a que su activo es más líquido y, por tanto, más atractivo para los inversores.
Desafíos en la implementación del plan de recuperación
Con 416 hitos y objetivos acordados con Bruselas, España ha cumplido 265 de ellos, a pesar de que el ritmo de implementación del plan de recuperación ha sido más lento de lo esperado. Este retraso se atribuye a diversos factores, desde la dificultad del tejido productivo para absorber la gran cantidad de recursos hasta cuellos de botella administrativos y la debilidad del Gobierno, que enfrenta retos legislativos en un Congreso donde está en minoría.
A pesar de estos desafíos, algunas de las reformas más espinosas han recibido luz verde, y el procedimiento para la aprobación de los créditos resulta menos complicado que el de las subvenciones. La opción de canalizar los préstamos a través de organismos públicos, como el Fondo de Coinversión de Cofides, también podría facilitar la ejecución de estos recursos. Según Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, «sería un error no pedir los créditos, vista las grandes necesidades de inversión que tiene España».
