En enero de 1971, Jesús Moreno emprendió su primer viaje deportivo para representar a Melilla en el Campeonato de Selecciones Juveniles, conocido como el Trofeo Nacional José Antonio Elola, celebrado en Santander. Esta experiencia no solo marcó el inicio de su trayectoria en el balonmano nacional, sino que también quedó grabada en su memoria por la intensidad del torneo y los retos que enfrentaron durante el viaje.
El recorrido hasta el norte de España fue una auténtica aventura. El equipo, compuesto mayoritariamente por jugadores de Magisterio y del Instituto de Enseñanza Media, partió en autobús, lo que implicó casi dos días de viaje. En el trayecto, hicieron una parada en Málaga antes de unirse a la expedición de Ceuta. “Al principio hubo recelo, pero pronto congeniamos”, recuerda Moreno. La travesía por la antigua carretera de ‘los montes’ fue tortuosa, y después de dos horas llegaron a Colmenar para comer, donde un camionero indignado los amenazó tras un gesto desafortunado en la carretera.
Tras una noche en Aranjuez y una visita al INEF de Madrid, donde se maravillaron con sus instalaciones, el equipo finalmente llegó a Santander en la madrugada del día siguiente. Aunque no tenían mucho tiempo para entrenar, la ilusión era palpable. “Hicimos pocos entrenamientos, uno de ellos en la pista de la Escuela de Magisterio, que era un tormento”, comenta Moreno, destacando las dificultades que enfrentaron en la cancha.
Las competiciones y los retos de la juventud
A pesar de las limitaciones, el equipo se presentó al torneo con entusiasmo. En el aspecto deportivo, lograron una victoria ante Huelva, pero cayeron frente a León y Santander, que contaban con jugadores de gran calidad. “Algunos de ellos llegaron a Asobal, como el extremo Morante”, apunta Moreno, quien también recuerda que el equipo del Instituto Leopoldo Queipo se coronó campeón provincial de la categoría juvenil, con una notable rivalidad contra La Salle.
En septiembre de ese mismo año, el equipo participó en la fase de sector en Córdoba, donde se enfrentaron al campeón de Alicante y a Almería. A pesar de empatar con Alicante, no lograron clasificar para la final. “Así empezaron mis andanzas como directivo, entrenador y jugador al mismo tiempo, pues en este viaje desempeñé todas estas funciones”, rememora, subrayando su juventud y la responsabilidad que asumió en ese momento.
Reflexiones de un pionero en el balonmano
Durante aquellos años, había una gran cantidad de equipos en las categorías inferiores, especialmente en los centros educativos. Esto fomentó una fuerte rivalidad y ayudó a formar a futuros jugadores que más tarde destacarían en el balonmano español. “Los campeonatos escolares eran muy competitivos, nos enfrentamos a equipos como Ahumada, San Agustín y Renault Melilla”, recuerda.
El viaje a Granada en 1973 también dejó una huella en su memoria. A pesar de las dificultades, el equipo tuvo buenos resultados en las competiciones y acumuló experiencias que marcarían su camino en el deporte. “Eran otros tiempos, pero la pasión y el esfuerzo por el balonmano siempre han estado presentes”, concluye Jesús Moreno, un pionero que ha contribuido a la historia del balonmano en España.
