La Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en marcha un nuevo sistema de control de velocidad que busca aumentar la vigilancia en nuestras carreteras y reducir el número de accidentes causados por el exceso de velocidad. Este cambio surge ante la necesidad de abordar un problema recurrente: muchos conductores tienden a desacelerar solo al acercarse a un radar, lo que pone en riesgo su seguridad y la de los demás.
Con una flota de 1 417 radares distribuidos por el país, que incluye 780 radares fijos, 545 móviles y 92 de tramo, la DGT ha decidido ir más allá de los métodos tradicionales. La instalación de radares anticipados, ubicados unos metros antes de los controles de velocidad, tiene como objetivo desincentivar la práctica de frenar bruscamente al detectar un radar. Este tipo de maniobra puede acarrear multas de hasta 200 € y la pérdida de 4 puntos del carnet de conducir.
Radares en cascada para una mayor eficacia
El nuevo sistema también incluye la creación de radares en cascada. A diferencia de los radares anticipados, estos se colocan unos metros más allá del punto de control oficial. De esta manera, los conductores que intentan acelerar al pasar un radar serán detectados, contribuyendo a la reducción de la velocidad en tramos peligrosos. La DGT espera que estas medidas ayuden a disminuir la siniestralidad en carreteras, donde el exceso de velocidad es la causa más común de accidentes.
Sin embargo, esta decisión ha generado una considerable controversia. Algunos ciudadanos han expresado su descontento, argumentando que la DGT busca más la recaudación de multas que la mejora de la seguridad vial. Otros han manifestado su escepticismo, afirmando que seguirán frenando antes de los radares, una práctica que consideran habitual entre los conductores.
Un enfoque renovado hacia la seguridad vial
La DGT continúa su esfuerzo por encontrar soluciones innovadoras para los problemas de tráfico. La instalación de estos nuevos dispositivos representa un cambio significativo en la estrategia de vigilancia y control. Las autoridades esperan que, al hacer más difícil eludir los radares, se logre un cambio de comportamiento en los conductores y, por ende, se reduzcan los incidentes en las carreteras españolas.
Con la implementación de estas medidas, la DGT se posiciona como un referente en la lucha contra el exceso de velocidad, buscando no solo mejorar la seguridad, sino también fomentar una cultura de conducción más responsable entre los usuarios de la vía.
