El aficionado del Celta de Vigo, Nico Domínguez, ha vuelto a El Salvador para llevar equipaciones a una escuela de fútbol que fundó en el barrio de la Chacra. Este viaje, realizado en julio de 2025, representa su compromiso con la comunidad que le acogió hace años, donde formó una familia y estableció un vínculo inquebrantable con el deporte que ama.
En esta ocasión, Domínguez ha estado acompañado por su esposa, Yuri, y su hijo, Nico, quienes han llevado uniformes donados por la Fundación Celta para los niños y niñas de la escuela. Este gesto solidario refuerza el vínculo entre el club gallego y la comunidad salvadoreña, donde muchos se identifican con los colores del Celta.
Un legado de solidaridad y celtismo
Domínguez destaca que para él es «un orgullo enorme» poder llevar estas equipaciones a pequeños futbolistas que considera parte de su historia. «Van descubriendo lo que significa la palabra “afouteza”, y más, en este país tan necesitado, donde el día a día es muy complicado para todo el mundo y, más si cabe, para los jóvenes», explica. Este mensaje de esfuerzo y superación se convierte en un aliento para los niños del barrio.
El apoyo del Real Club Celta de Vigo es fundamental para motivar y educar a los jóvenes, como señala Domínguez: «Nos ayuda a motivar y educar desde el deporte a todos estos niños y niñas». Este viaje simboliza la presencia del Celta en Centroamérica, representada por los jóvenes del barrio de la Chacra.
El viaje de un sueño
La historia de Domínguez en El Salvador comenzó tras finalizar sus estudios universitarios. «Me vine al acabar la universidad, quería dedicar mi vida a intentar ayudar a los demás y, por medio de los jesuitas, llegué a Centroamérica. Fui a ser uno más allí, a vivir con la gente y a ayudar en todo lo que pudiera», relata. En un barrio marginal, el fútbol se ha convertido en un vehículo para alejar a la juventud de la calle.
A lo largo de los años, Domínguez ha cultivado el celtismo a más de 12 000 kilómetros de Vigo, manteniendo un fuerte vínculo con la comunidad salvadoreña. Aunque se haya trasladado de nuevo a su ciudad natal, su compromiso sigue intacto. «Siempre sembrando celtismo. Me siento muy orgulloso de traer el Celta a este país que está pasando por una situación complicada», concluye con emoción.
