El Real Madrid comenzó la temporada de LaLiga con una victoria necesaria ante un Osasuna que mostró muy poco en ataque, siendo el 1-0 final un reflejo de la falta de brillantez del equipo blanco. Un penalti cometido por el defensor Juan Cruz sobre Kylian Mbappé en el inicio de la segunda parte fue el único momento destacado en un partido que dejó más dudas que certezas.
Un partido sin chispa
Desde el comienzo del encuentro, el conjunto dirigido por Xabi Alonso no logró imponer su ritmo. A pesar de manejar la posesión, la falta de profundidad y creatividad en el centro del campo limitó las opciones ofensivas. Los intentos de los blancos se vieron frustrados por una defensa rojilla bien organizada, que optó por un planteamiento defensivo con tres centrales y dos centrocampistas de contención.
La primera mitad se desarrolló sin grandes ocasiones, y aunque Mbappé tuvo un disparo claro que se estrelló en el poste, el resto de la primera parte se resumió en una sucesión de tiros lejanos que apenas inquietaron al portero Sergio Herrera. Las conducciones de Vinicius Jr., aunque prometedoras, no lograron generar el peligro esperado, y el equipo se retiró al vestuario con más preguntas que respuestas sobre su capacidad ofensiva.
Un penalti que marca la diferencia
La segunda parte comenzó de manera diferente para el Real Madrid. En un momento clave, una imprudencia de Juan Cruz al derribar a Mbappé dentro del área resultó en un penalti que el francés ejecutó con maestría al engañar a Herrera. El 1-0 parecía aliviar la presión sobre los locales, pero no se tradujo en un juego más fluido.
A partir de ahí, el Madrid intentó aumentar su ventaja, pero la falta de conexión entre los jugadores y la ausencia de un juego colectivo fluido mantuvieron el marcador en un solo gol. Xabi Alonso decidió hacer cambios, introduciendo a Carlos Carvajal y Mastantuono, pero las dificultades para crear oportunidades seguían siendo evidentes.
El partido culminó con un final tenso, donde un cabezazo de Budimir puso en aprietos a la defensa blanca, aunque los intentos de Osasuna por igualar el marcador no fueron suficientes. La tarjeta roja a Abel Bretones por una falta sobre Gonzalo García selló el destino de un encuentro que, aunque terminó con victoria para los blancos, dejó claro que el camino hacia el título requerirá más que una simple victoria ante un rival que no mostró su mejor versión.
