El Rayo Vallecano se encuentra inmerso en una crisis institucional que afecta tanto a su imagen como a su funcionamiento. A pesar de haber culminado la mejor campaña de su historia, logrando una meritoria clasificación para la Conference League, los problemas extradeportivos están a la orden del día. La reciente decisión del club de realizar los entrenamientos en los campos de la Ciudad del Fútbol de Las Rozas ha desatado la indignación entre los aficionados, quienes ven en esta medida un síntoma más del caos que rodea a la entidad.
Crisis de gestión y desconexión con la afición
La relación entre la directiva, encabezada por Raúl Martín Presa, y los aficionados se ha deteriorado notablemente en los últimos meses. El miércoles pasado, el club anunció que el primer equipo se entrenaría lejos de su ciudad deportiva habitual, lo que ha sido considerado por muchos como una falta de respeto hacia la historia y la identidad del Rayo Vallecano. Este tipo de decisiones muestran un profundo desconecte entre la gestión y las necesidades de los jugadores y la afición.
La situación se agrava cuando se recuerda el tumulto vivido en los últimos días del mercado de fichajes, donde se produjo una acalorada discusión entre Pathe Ciss y su agente con la directiva, demandando una salida que nunca se concretó. La frustración es palpable entre los seguidores, que ven cómo su equipo lucha no solo en el campo, sino también en la gestión cotidiana del club.
Problemas en las instalaciones y su impacto
El estado de las instalaciones del Rayo Vallecano también ha sido objeto de críticas. En el debut del filial en Segunda RFEF, el árbitro Cándido Jesús Rodríguez destacó en su acta la falta de médico en el equipo local y una serie de deficiencias en el material necesario para el arbitraje, lo que pone en evidencia la mala gestión del club. Además, el estado del césped artificial del campo 4 dejó mucho que desear, lo que añade presión sobre la directiva en un contexto donde el equipo ya enfrenta desafíos significativos.
La falta de un lugar adecuado para entrenar ha llevado al primer equipo a buscar alternativas, trasladándose temporalmente a Vallecas. Sin embargo, el estado del césped en su estadio tampoco es el más óptimo, lo que plantea dudas sobre la efectividad de esta medida. La situación es insostenible, especialmente con la mirada puesta en la Conference League, donde el club aún no tiene garantizado el visto bueno de la UEFA para su estadio.
La afición ha comenzado a expresar su descontento a través de redes sociales y manifestaciones, exigiendo una respuesta por parte del club. Sin embargo, el silencio de la directiva es ensordecedor, especialmente después de que el presidente calificara de «borregos» y «vagos» a los seguidores más críticos. Este tipo de declaraciones solo añaden leña al fuego en un ambiente ya incendiado.
El Rayo Vallecano, un club con una rica historia y una base de seguidores apasionados, se encuentra en una encrucijada. La capacidad del equipo para rendir en el campo a pesar de estos problemas es admirable, pero la falta de una gestión adecuada podría poner en peligro su futuro. Sin duda, el camino por delante está lleno de retos, y la afición espera que la dirección del club tome las decisiones correctas para restaurar la confianza y la estabilidad.
