La investigación sobre la comunicación animal ha dado un paso significativo con el descubrimiento de que más de 20 especies de aves, distribuidas por cuatro continentes, son capaces de aprender a vocalizar significados en sus llamados, un proceso hasta ahora poco comprendido. Este avance, liderado por la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y publicado en la revista Nature Ecology and Evolution, ofrece una nueva perspectiva sobre la evolución de la comunicación vocal en el reino animal y su relación con el lenguaje humano.
Un hallazgo revolucionario en la vocalización animal
El estudio ha demostrado que estas aves producen vocalizaciones similares a quejidos cuando detectan la presencia de parásitos, como los cucos, que ponen sus huevos en los nidos de otras aves. Este mecanismo de alerta es crucial para su supervivencia, ya que permite a las aves identificar y reaccionar ante una amenaza que podría perjudicar su descendencia. Según William Feeney, ecólogo evolutivo y autor principal del estudio, se trata de la primera documentación de una vocalización que combina tanto componentes innatos como aprendidos, sugiriendo que las señales vocales han evolucionado a partir de llamadas naturales.
El equipo de investigación se centró en cómo estas aves responden a las vocalizaciones en comparación con otros sonidos. Realizaron experimentos que revelaron la capacidad de las aves para asociar el sonido de la llamada con la presencia de un parásito. Según Damían Blasi, coautor del estudio y científico del lenguaje en la Universidad Pompeu Fabra, este proceso de «transmisión social» no solo afecta la reacción inmediata de las aves, sino que también influye en su comportamiento futuro respecto a las amenazas.
Implicaciones evolutivas y culturales
Los resultados sugieren que la evolución de estas vocalizaciones está relacionada con la complejidad de las interacciones entre las aves y sus parásitos. James Kennerley, coautor principal e investigador posdoctoral en el Laboratorio de Ornitología de la Universidad de Cornell, destaca que la cooperación entre las especies para ahuyentar a los parásitos es vital, lo que subraya la importancia de la comunicación en estos contextos.
Este descubrimiento plantea preguntas sobre la división tradicional entre la comunicación animal y el lenguaje humano, sugiriendo que los sistemas de comunicación aprendidos podrían haber surgido de una integración progresiva de componentes instintivos y aprendidos. Feeney señala que esta llamada representa un punto intermedio entre las vocalizaciones instintivas y las unidades vocales completamente aprendidas, como las palabras humanas.
El estudio ha sido apoyado por diversas instituciones, incluyendo la Fundación Alexander von Humboldt, Birds Queensland, y el British Trust for Ornithology, lo que resalta su importancia en el ámbito científico. La investigación no solo amplía nuestro entendimiento de la comunicación en las aves, sino que también ofrece nuevas perspectivas sobre el origen del lenguaje y su evolución a lo largo del tiempo.
