Un reciente estudio geológico ha cambiado la percepción tradicional sobre la montaña más alta del planeta, señalando que el Everest ya no ostenta este título. La investigación, publicada en la revista Nature, ha identificado formaciones subterráneas conocidas como LLSVPs (Large Low Shear Velocity Provinces) que se encuentran a aproximadamente 1.200 millas de profundidad, en la frontera entre el núcleo y el manto de la Tierra. Estas estructuras, aunque no son montañas en el sentido convencional, poseen una extensión vertical que supera los 1.000 kilómetros, lo que las convierte en las formaciones más altas del planeta.
Nuevas perspectivas sobre la geología terrestre
Las LLSVPs, ubicadas bajo África y el Pacífico, destacan no solo por su altura, sino también por su composición. A diferencia de las montañas tradicionales, que están formadas por roca sólida, estas estructuras están compuestas de material del manto con propiedades químicas y térmicas distintas. Esto provoca que las ondas sísmicas disminuyan su velocidad al atravesarlas, lo que permitió a los científicos identificarlas a través de análisis de ondas sísmicas y modelos tridimensionales.
Estas formaciones colosales tienen una extensión lateral que supera los 5.000 kilómetros, lo equivalente a la superficie de continentes enteros. Se cree que son estructuras estables, formadas hace miles de millones de años, lo que plantea un nuevo parámetro para considerar qué significa ser la montaña más alta de la Tierra.
Implicaciones para la geología global
La existencia de las LLSVPs tiene implicaciones significativas para la geología global. Su densidad y temperatura podrían influir en la formación de plumas del manto, responsables de fenómenos volcánicos en lugares como Hawái o Islandia. Además, su presencia puede afectar la dinámica de las placas tectónicas, funcionando como anclajes para las corrientes de convección del manto.
Los modelos sísmicos utilizados en la investigación han demostrado la correspondencia entre las zonas de baja velocidad sísmica y la baja atenuación, confirmando así la existencia de estas LLSVPs. Los científicos sugieren que podría haber más estructuras similares aún no detectadas, lo que indica que nuestro entendimiento sobre la geología profunda y la altura de las montañas está en constante evolución.
Aunque el Everest sigue siendo el punto más elevado sobre el nivel del mar, estas nuevas formaciones redefinen lo que realmente significa ser la montaña más alta de la Tierra, abriendo un debate fascinante sobre la estructura interna del planeta y el impacto de estas gigantescas formaciones en la superficie terrestre.
