En la madrugada de este sábado, Canarias ha registrado tres terremotos de baja magnitud, con magnitudes de 1,6, 1,5 y 1,9 mbLg, respectivamente. Los temblores, según el Instituto Geográfico Nacional (IGN), se produjeron entre las islas de Gran Canaria y Tenerife, a profundidades que oscilan entre los 7 y 9 kilómetros.
Los sismos tuvieron lugar a diferentes horas, siendo el primero a las 00:48 horas, seguido por otro a las 02:18 y el último a las 03:49. Este fenómeno no es aislado, ya que en los últimos diez días se han detectado cerca de 40 terremotos de baja intensidad en distintos puntos de Canarias, sin que ninguno superara los 2,4 mbLg.
Vigilancia volcánica en las Islas Canarias
En una entrevista reciente con Europa Press, Ithaiza Domínguez, experto en vigilancia volcánica, destacó la “variedad y precisión” de los sistemas de monitoreo de las islas. Estos sistemas cuentan con una “sensibilidad muy alta” que permite detectar pequeñas variaciones en la actividad sísmica y volcánica.
Domínguez enfatizó que la comunicación de terremotos menores a la población es parte de un proceso normal en un sistema volcánico como el canario. “Lo que no sería esperable y podría preocuparnos, sería una intrusión que generara cientos de terremotos en poco tiempo y que estos fueran de magnitud elevada, junto con una rápida deformación del terreno”, explicó. “Todos estos indicadores serían señales que podrían activar una alerta, pero actualmente no observamos tal situación”.
La actividad sísmica en Canarias es objeto de continuo seguimiento, dado que las islas se encuentran en una zona geológicamente activa. El IGN mantiene registros constantes para garantizar la seguridad de los residentes y visitantes. La vigilancia permite identificar patrones y establecer protocolos de actuación en caso de que la actividad sísmica aumente significativamente.
La tranquilidad actual en el archipiélago canario es un alivio, pero las autoridades se mantienen atentas ante cualquier cambio en la actividad sísmica que pudiera indicar un potencial proceso eruptivo. La preparación y la información son claves para minimizar riesgos en la población.
