El psiquiatra Salvador Guinjoan ha presentado su investigación sobre el ultrasonido focalizado de baja intensidad (LIFU) como una opción prometedora para tratar la depresión en pacientes que no responden a tratamientos habituales. Durante su participación en las terceras Jornadas de Actualizaciones en Neuromodulación, organizadas por la Sociedad Española de Psiquiatría Clínica en Sevilla, Guinjoan destacó que un tercio de las personas afectadas por esta enfermedad no mejora con las medidas de primera línea, lo que abre la puerta a nuevas terapias.
El LIFU es una técnica experimental que utiliza ultrasonido para modificar la actividad cerebral sin necesidad de intervenciones quirúrgicas. Según Guinjoan, el método consiste en concentrar energía acústica en un punto específico del cerebro, lo que permite interactuar con los canales iónicos responsables de la actividad eléctrica neuronal. Esto representa un avance significativo, ya que hasta ahora la modificación de circuitos cerebrales requería el uso de electrodos implantados.
El impacto del ultrasonido en la salud mental
Guinjoan explicó que, a pesar de que la comunicación entre las neuronas es mayoritariamente química y eléctrica, el LIFU introduce energía mecánica en áreas profundas del cerebro, lo que puede provocar cambios en la actividad neuronal. Este enfoque podría facilitar la identificación de relaciones causales entre circuitos cerebrales y síntomas clínicos, lo que es crucial para el tratamiento de la depresión.
En la actualidad, la investigación se centra en dos síntomas depresivos clave: la anhedonia, que es la incapacidad de experimentar placer, y la presencia persistente de pensamientos intrusivos con carga emocional negativa. Guinjoan y su equipo están estudiando subcircuitos cerebrales asociados a estos síntomas, lo que podría permitir el desarrollo de tratamientos más específicos y efectivos.
El objetivo es que el LIFU no solo ayude a identificar el circuito cerebral implicado en la depresión, sino que también pueda modificar su funcionamiento a largo plazo sin necesidad de cirugía invasiva. Esto podría transformar el tratamiento de la depresión y ofrecer nuevas esperanzas a quienes sufren de esta enfermedad.
Perspectivas y retos éticos
Aunque las primeras investigaciones han mostrado resultados prometedores, Guinjoan advierte sobre la necesidad de abordar los aspectos éticos relacionados con el uso de estas tecnologías. La posibilidad de manipular la actividad cerebral plantea preguntas sobre el uso de estas técnicas en personas sin patologías, así como los riesgos de efectos secundarios. En los ensayos realizados hasta ahora, los efectos adversos han sido menores y temporales, como cefaleas o molestias en el cuero cabelludo.
El psiquiatra también enfatiza que el LIFU debe ser visto como una herramienta complementaria en el tratamiento de la salud mental, y no como una panacea. Existen otras condiciones, como la ansiedad y ciertos trastornos psicóticos, que podrían beneficiarse de esta técnica, aunque su aplicación en el hogar sigue siendo poco viable debido a la necesidad de precisión anatómica.
En conclusión, el trabajo de Salvador Guinjoan en el campo del ultrasonido focalizado de baja intensidad representa un avance prometedor en el tratamiento de la depresión, especialmente para aquellos que no han encontrado alivio en tratamientos convencionales. Con más investigaciones y un enfoque ético en su aplicación, esta técnica podría revolucionar la forma en que se aborda la salud mental en el futuro.
