La vida de Irene Nevado, una enfermera madrileña, cambió drásticamente gracias a un tratamiento experimental con bacteriófagos, tras haber recibido y rechazado dos trasplantes de pulmón. A los 18 años, Irene se encontraba al borde de la muerte debido a la fibrosis quística, una enfermedad genética que afecta severamente a los pulmones y otros órganos.
En 2023, Irene se comunicó con el equipo de la Universidad de Valencia, liderado por la bioquímica Pilar Domingo-Calap, en busca de un tratamiento que pudiera ayudarla. La investigadora había estado desarrollando un fago, un virus que ataca bacterias, capaz de combatir infecciones resistentes a los antibióticos.
Una lucha constante contra la enfermedad
Desde pequeña, Irene se vio afectada por complicaciones derivadas de la fibrosis quística, que le provocaban infecciones recurrentes. A los ocho años, se infectó con Pseudomonas aeruginosa, una bacteria que agravó su condición, provocando que cualquier actividad física se convirtiera en un desafío monumental. En 2008, recibió un doble trasplante de pulmón, pero el rechazo crónico de los órganos la llevó a una segunda operación en 2019, que tampoco tuvo éxito.
En 2023, sin opciones terapéuticas viables, Irene se enteró del tratamiento con fagos y decidió probar esta nueva alternativa. El fago número 10, desarrollado en colaboración con la Universidad de Yale, se convirtió en su esperanza. La terapia consistió en sesiones de nebulización durante diez días, un método que le permitió aspirar el líquido que contenía millones de fagos.
Resultados sorprendentes y un futuro prometedor
Desde enero de 2024, Irene ha experimentado una notable mejora en su capacidad pulmonar, y las infecciones bacterianas han desaparecido. Este avance significó que no tendría que esperar un tercer trasplante de pulmón. Desde entonces, ha participado en actividades benéficas, como nadar 4.000 metros durante la travesía a Formentera, para concienciar sobre la fibrosis quística.
El caso de Irene ha sido reconocido en un estudio publicado por la Sociedad de Microbiología de Estados Unidos, donde se destaca que su situación es única, dado que ha sido tratada con fagos tras dos trasplantes previos. La investigación en fagoterapia está ganando impulso como una alternativa viable frente a las infecciones resistentes, que causan miles de muertes cada año en España.
La bioquímica Domingo-Calap explica que los fagos, presentes en la naturaleza, son específicos para cada tipo de bacteria, lo que permite atacar solo a los microorganismos patógenos sin dañar a los beneficiosos. Esta técnica, que había sido olvidada en Occidente con la llegada de los antibióticos, está resurgiendo en un contexto donde las superbacterias plantean un serio desafío para la salud pública.
En el contexto europeo, España enfrenta dificultades para implementar estas terapias, a diferencia de Bélgica, donde se permite la formulación de tratamientos con fagos en los hospitales. La investigadora ha cofundado una empresa spin-off para aplicar la fagoterapia en salud humana, animal y vegetal, buscando financiamiento para ensayos clínicos que demuestren su efectividad generalizada.
La historia de Irene, quien ha creado la iniciativa La Vida Espera para ayudar a otros pacientes en su situación, resalta la importancia de seguir explorando tratamientos alternativos. Su lucha y recuperación son un testimonio del potencial de la ciencia para ofrecer nuevas esperanzas a quienes enfrentan enfermedades devastadoras.
