La contaminación lumínica está afectando de manera significativa el comportamiento de las aves en todo el mundo, provocando que los pájaros canten hasta una hora más en las zonas más iluminadas, principalmente en las ciudades. Un estudio publicado en la revista Science revela que estas aves inician su actividad diurna antes y se quedan vocalizando más tiempo por la percepción alterada de la duración del día.
Esta investigación, liderada por un equipo de biólogos estadounidenses, ha analizado más de 180 millones de trinos de más de 500 especies de aves diurnas, gracias a datos proporcionados por satélites de NASA que miden la contaminación lumínica en todo el planeta. Los investigadores combinaron esta información con grabaciones de canto de aves realizadas por voluntarios en cerca de 8 000 ubicaciones entre marzo de 2023 y marzo de 2024, utilizando la plataforma BirdWeather.
Impactos en la vida de las aves
Los resultados muestran que las aves han alargado sus vocalizaciones en una media de 50 minutos en entornos más iluminados. Este cambio se traduce en un adelanto de 18 minutos en el inicio de sus cantos al amanecer y un retraso de 32 minutos en el silencio al anochecer. Algunas especies, como el mirlo común, han extendido su jornada casi dos horas. Este fenómeno no solo afecta a su actividad diaria, sino que puede tener repercusiones en aspectos cruciales de su vida, como la reproducción, la exposición a depredadores y sus patrones migratorios.
Brent Pease, profesor de conservación de la biodiversidad en la Universidad del Sur de Illinois y coautor del estudio, señala que se realizó un análisis adicional sobre las aves nocturnas, aunque los resultados no mostraron una reducción significativa en su actividad. Sin embargo, se observó que estas aves vocalizan menos en entornos con alta iluminación, lo que podría afectar su comunicación y comportamiento.
Cambio en la fenología y consecuencias ecológicas
La investigación también ha puesto de relieve el impacto de la contaminación lumínica en la fenología de las plantas, ya que se ha observado que la primavera se adelanta y el otoño se retrasa en las ciudades. Esta alteración puede tener consecuencias en toda la cadena alimentaria, afectando no solo a las aves, sino también a otros animales y a los ecosistemas en general.
Neil Gilbert, coautor del estudio y profesor en la Universidad Estatal de Oklahoma, destaca que las vocalizaciones de las aves son un aspecto clave para entender su comportamiento y actividad diaria. Las vocalizaciones no solo sirven para marcar territorio y atraer parejas, sino que también son vitales para la supervivencia de las crías. El uso de tecnologías como BirdNet facilita la recolección de datos a gran escala, permitiendo a los investigadores obtener información valiosa sobre la vida de las aves.
El estudio subraya la necesidad de investigar más a fondo cómo la luz artificial influye en el comportamiento animal y en la biodiversidad. Según el investigador de la Universidad de Alicante, Cristian Pérez, aunque no ha participado en este estudio, es evidente que la luz artificial tiene múltiples impactos más allá del canto de las aves, especialmente durante la migración.
Esta nueva investigación abre la puerta a comprender mejor cómo la contaminación lumínica afecta no solo a las aves, sino a todo el ecosistema. A medida que las ciudades continúan expandiéndose y las luces artificiales se convierten en una constante en nuestra vida diaria, es crucial considerar las implicaciones de estos cambios para la naturaleza y la biodiversidad que nos rodea.
