La NASA ha confirmado un descubrimiento significativo en el ámbito de la astronomía: la sonda Voyager 2, lanzada en 1977, ha detectado un fenómeno conocido como un cinturón de fuego en el borde del Sistema Solar. Este hallazgo se produce tras el cruce de la heliopausa, una región donde se equilibran las presiones del viento solar y el medio interestelar.
El descubrimiento, que se detalla en la revista Nature Astronomy, indica que la Voyager 2 ha registrado un aumento abrupto en la temperatura y radiación en esta zona, lo que ha llevado a los expertos a identificarlo como un cinturón de fuego. Las temperaturas en esta área oscilan entre 30.000 y 50.000 grados Kelvin, y se han observado anomalías térmicas y de radiación que no se ajustaban a los modelos previamente establecidos.
Relevancia del hallazgo en la astronomía
La existencia de este cinturón de fuego implica una nueva interpretación de lo que se encuentra más allá de la heliopausa. De acuerdo a los datos, esta región actúa como una barrera de plasma caliente y denso que, aunque protege, también presenta agujeros que permiten la entrada de radiación interestelar. Estos poros podrían modificar nuestra comprensión de la frontera natural del sistema solar, indicando que no está completamente aislado del espacio exterior.
Es importante destacar que los aumentos en temperatura y radiación fueron temporales, seguidos de una estabilización que indica la entrada en una región completamente nueva. Esto sugiere que el borde de la heliopausa no es uniforme, planteando interrogantes sobre la dinámica entre el sistema solar y el medio interestelar.
Definiendo los límites del Sistema Solar
El límite del sistema solar no se define de manera única. Algunos científicos lo sitúan en la nube de Oort, una región lejana donde las influencias gravitacionales del Sol comienzan a desvanecerse. Otros consideran que el criterio se basa en la extensión del viento solar, el flujo constante de partículas cargadas que se extienden más allá de la órbita de Plutón.
La NASA ha establecido un concepto operativo basado en la heliosfera, una burbuja energética creada por el viento solar que envuelve a todos los planetas del sistema. El borde de esta burbuja, conocido como heliopausa, marca la frontera donde el viento solar pierde su fuerza frente al viento interestelar. Según la agencia, “esto forma una burbuja gigante alrededor del Sol y sus planetas, conocida como heliosfera”.
Las sondas Voyager 1 y Voyager 2 han sido las únicas en operar fuera de la heliosfera, proporcionando información crucial sobre las condiciones extremas en estas regiones. «El campo magnético en la región justo más allá de la heliopausa es paralelo al campo magnético dentro de la heliosfera», añadió la NASA.
Este hallazgo resalta que los modelos anteriores subestimaban la intensidad del choque entre los vientos solares e interestelares, marcando una transición clara entre el espacio dominado por el Sol y el medio interestelar. Al no ser un límite absoluto ni uniforme, este descubrimiento plantea nuevas preguntas sobre cómo nuestro sistema solar interactúa con el resto de la galaxia.
