En los últimos años, han proliferado en redes sociales recomendaciones sobre dietas que prometen reducir el cortisol, conocida como la hormona del estrés. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿existe realmente una dieta específica para lograrlo? La respuesta es más compleja de lo que muchos contenidos virales sugieren.
El papel del cortisol en nuestro organismo
El cortisol es una hormona fundamental que nuestro cuerpo produce en respuesta a situaciones de estrés. «Desempeña un papel protagonista en la regulación del metabolismo, el control de ritmos circadianos y la respuesta inmunológica», explica Antonio J. Serrano, miembro del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía (CODIAN). Esta hormona permite que el cuerpo reaccione adecuadamente en momentos de alerta, siendo vital para la supervivencia.
Cuando se producen niveles crónicamente altos de cortisol, pueden surgir problemas de salud que van desde la ansiedad hasta el aumento de peso. Según la Clínica Mayo, la sobreexposición al cortisol puede incrementar el riesgo de enfermedades cardíacas y problemas de memoria. Por tanto, es crucial entender que no es el cortisol en sí lo que se debe demonizar, sino su exceso.
¿Influye la alimentación en los niveles de cortisol?
La alimentación puede tener un impacto en los niveles de cortisol. Laura Arenas, miembro de la Comisión de Nutrición Comunitaria del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de la Comunitat Valenciana (CODiNuCoVa), señala que «saltarse comidas de forma repetida o consumir excesiva cafeína puede aumentar la producción de esta hormona». Por el contrario, mantener una dieta equilibrada y horarios regulares puede ayudar a regular sus niveles.
No obstante, Leticia Álvarez Musetti advierte que no se puede atribuir la reducción del cortisol a un único alimento, ya que «el equilibrio hormonal depende de muchos factores». La obsesión por identificar la «dieta del cortisol» simplifica un proceso complejo y multifactorial, donde factores como la genética, el sueño y el ejercicio juegan un papel crucial.
Si bien algunos estudios sugieren una relación entre el cortisol y la acumulación de grasa, esta se observa principalmente en condiciones extremas, como en la enfermedad de Cushing, un trastorno hormonal raro. «El cortisol liberado por el estrés cotidiano ni siquiera se acerca a los niveles observados en esta enfermedad», aclara el experto.
El peligro de la desinformación en redes sociales
La proliferación de consejos simplistas en redes sociales puede llevar a la frustración y a expectativas poco realistas. «Una dieta restrictiva puede aumentar los niveles de cortisol, ya que introduce un factor de estrés adicional», explica Álvarez. La obsesión por ciertos alimentos puede desviar la atención de lo verdaderamente importante: adoptar hábitos sostenibles y mejorar la salud a largo plazo.
Como concluye Craig Doig, profesor asociado de salud metabólica en la Universidad de Nottingham Trent, «la obsesión de las redes sociales con el cortisol no se trata de salud, sino de contenido y clics». Es esencial enfocarse en una alimentación equilibrada y hábitos saludables que impacten positivamente en nuestro bienestar sin caer en mitos o dietas restrictivas.
En resumen, aunque la alimentación puede influir en los niveles de cortisol, no existe una solución mágica. Es fundamental entender la complejidad de nuestro cuerpo y adoptar un enfoque más holístico hacia la salud.
