Un reciente estudio publicado en la revista Psichological Science advierte sobre los efectos negativos de las aulas infantiles excesivamente decoradas. Según la investigación, los niños tienden a distraerse y a perder la concentración en su trabajo cuando se encuentran rodeados de un entorno visualmente recargado. Esto se debe a que su atención se dispersa, enfocándose en los colores y murales en lugar de en las actividades escolares.
Corina Cuenca, profesora de educación infantil, ha compartido sus reflexiones sobre este fenómeno a través de su cuenta de TikTok, donde enfatiza la necesidad de un entorno de aprendizaje más equilibrado. «Un ambiente caótico con mucha información y muchos carteles puede favorecer la creación de conflictos entre los niños de la clase», advierte Cuenca en uno de sus vídeos.
Un entorno educativo más consciente
Cuenca señala que, al eliminar los elementos decorativos innecesarios, los alumnos son capaces de concentrarse mejor en sus tareas. «Los niños y las niñas no saben dónde deben prestar atención», explica, resaltando que un aula saturada puede generar desorientación y aumentar la irritabilidad de los menores. La educadora defiende la importancia de una decoración más pensada y consciente, donde predominan los tonos suaves y los materiales naturales y funcionales.
Este tipo de decoración, según Cuenca, ofrece «múltiples beneficios: mejora la atención, ayuda al bienestar emocional y a la autorregulación, favorece el juego libre y la creatividad, y genera sensación de calma y seguridad». Para la profesora, es esencial que el aula acompañe el proceso de aprendizaje sin imponerse visualmente, ya que menos adornos no implica menos atención, sino más intención.
La crítica a la decoración sin propósito
En su análisis, Cuenca también critica la tendencia a llenar las paredes de los espacios educativos sin un propósito definido. «Muchas veces se decoran los espacios simplemente por decorar, por poner cosas en la pared», afirma. Este tipo de prácticas no solo distrae a los estudiantes, sino que también puede obstaculizar su capacidad para aprender de forma efectiva.
En conclusión, el entorno escolar debe ser un aliado en el proceso educativo, favoreciendo la concentración y el desarrollo emocional de los niños. La reflexión de Corina Cuenca y el hallazgo del estudio invitan a repensar cómo se diseñan y decoran las aulas, proponiendo un enfoque más consciente que beneficie el aprendizaje en la etapa más temprana de la educación.
