La formación a distancia ha evolucionado drásticamente desde sus inicios en España en los años 40, cuando instituciones como CCC (Centro de Cursos por Correspondencia) y CEAC (Centro de Estudios y Asesoramiento Científico) ofrecían educación a través del correo postal. En una sociedad marcada por la posguerra, estos cursos ofrecían a muchas familias la oportunidad de aprender desde casa, enviando materiales impresos, discos fonográficos y, posteriormente, vídeos y CD-ROMs. Sin embargo, a pesar de su popularidad, esta forma de educación ha sido frecuentemente criticada por la falta de validez oficial de sus diplomas y por su enfoque comercial.
Hoy en día, la formación en psicología ha encontrado un nuevo hogar en plataformas como YouTube, donde la cantidad de cursos y contenidos sobre esta disciplina ha superado a las antiguas escuelas de formación por correspondencia. Este cambio ha democratizado el acceso al conocimiento psicológico, pero también ha traído consigo una serie de preocupaciones sobre la calidad de la información disponible.
De la teoría a la práctica: el auge de los «expertos» en línea
La psicología, antes restringida a ámbitos académicos, se ha convertido en un fenómeno viral en redes sociales, donde usuarios comparten consejos sobre salud mental, técnicas terapéuticas y diagnósticos de trastornos. Sin embargo, este acceso a información sin filtros ha generado una proliferación de charlatanes que, con discursos llamativos, desplazan a los profesionales serios y cualificados. Esta situación plantea un gran reto para la salud mental de la población, que busca apoyo en un momento en que la salud mental se ha convertido en una epidemia.
Los profesionales acreditados que utilizan estas plataformas para difundir contenido de calidad son la excepción en un mar de «doctorcillos» que ofrecen soluciones simplistas. La falta de regulación y el atractivo de diagnósticos fáciles llevan a muchos a confundir síntomas de trastornos mentales con comportamientos cotidianos, creando confusión y desinformación.
El peligro de los diagnósticos erróneos
La tendencia a etiquetar a amigos o familiares con diagnósticos como «narcisista» o «psicópata» se ha vuelto común, a menudo a partir de vídeos de corta duración que no ofrecen un análisis profundo. Este fenómeno puede tener consecuencias graves, desvirtuando el verdadero significado de estos trastornos y trivializando la lucha de quienes realmente padecen problemas de salud mental.
Como señala el director de Dereccho Abogados en Cáceres y presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Extremadura (Acuex), es fundamental abordar la salud mental con seriedad y conocimiento. La trivialización de los trastornos mentales en las redes sociales no solo afecta a quienes sufren, sino que también distorsiona la percepción pública sobre la salud mental, convirtiendo lo que debería ser un espacio de apoyo en un mero espectáculo.
El reto ahora es encontrar un equilibrio entre el acceso a la información y la calidad de esta, asegurando que quienes busquen ayuda lo hagan de fuentes confiables y con la orientación adecuada. La formación en psicología ha evolucionado, pero es crucial no olvidar que el conocimiento profundo y el abordaje profesional son irremplazables en el cuidado de la salud mental.
