La profesora Carrie Nugent, especialista en asteroides del Olin College en Massachusetts, ha declarado que la probabilidad de que un meteorito impacte a una persona es mayor que ser alcanzado por un rayo. Aunque la mayoría de los meteoritos se desintegran en la atmósfera, cada día, nuestro planeta recibe alrededor de 44.000 kilos de material meteórico, lo que despierta un interés constante en la ciencia y la sociedad sobre este fenómeno.
Según Nugent, el riesgo de que un asteroide o cometa de más de 140 metros choque contra la Tierra es «ligeramente mayor» que la posibilidad de que una persona sea alcanzada por un rayo. No obstante, aclara que este riesgo sigue siendo menor que otras amenazas cotidianas, como la intoxicación por monóxido de carbono, que se puede prevenir con medidas adecuadas.
Encuentros raros con meteoritos
A pesar de que la mayoría de la población nunca tendrá un encuentro con un meteorito, existen casos documentados en la historia. El más famoso es el de Ann Hodges, quien en 1954 fue golpeada en la cadera por un meteorito del tamaño de una toronja que atravesó el techo de su casa y la impactó. Hodges sobrevivió y se convirtió en la única persona confirmada que ha sido alcanzada por un meteorito y ha vivido para contarlo.
Otros incidentes también se han reportado, aunque sin confirmación definitiva. En 1992, se registró un caso en Uganda donde un niño supuestamente recibió un pequeño fragmento en la cabeza sin sufrir heridas. Asimismo, en 2016, se atribuyó inicialmente la muerte de un hombre en India a un meteorito, aunque luego se comprobó que la causa real fue una explosión terrestre.
Recientemente, un grupo de investigadores descubrió lo que podría ser el primer fallecimiento confirmado por un meteorito. Según manuscritos otomanos de 1888 conservados en Turquía, una lluvia de rocas espaciales cayó durante diez minutos sobre la región de Suleimaniya, actual Kurdistán iraquí, causando daños en cultivos, heridas a una persona y la muerte de otra. Este relato, respaldado por archivos oficiales, es considerado por los expertos como la primera prueba histórica sólida de una muerte causada por un meteorito.
Una amenaza poco probable
A pesar de la fascinación que despiertan los meteoritos, la probabilidad de que uno impacte a una persona es prácticamente inexistente. Los datos muestran que este riesgo es mínimo en comparación con las amenazas cotidianas, como accidentes de tráfico o enfermedades. Sin embargo, los expertos advierten que no se debe bajar la guardia.
La vigilancia del cielo y el desarrollo de tecnologías que permitan detectar y desviar objetos peligrosos son fundamentales para garantizar que, si en algún momento se presenta un asteroide de gran tamaño en rumbo hacia la Tierra, la humanidad tenga tiempo suficiente para actuar y evitar consecuencias graves.
