La menopausia es un proceso biológico conocido principalmente en mujeres humanas, marcando el final de la fertilidad con el cese de los ciclos menstruales y una notable disminución en la producción de hormonas como el estrógeno y la progesterona. Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de nuestra especie. Algunas mamíferas, como las orcas y ciertos chimpancés, también experimentan períodos postreproductivos prolongados. Pero, ¿qué ocurre con las mascotas más comunes en nuestros hogares, como los perros y los gatos?
Las perras y sus ciclos de celo
A diferencia de las mujeres, las perras no tienen una menopausia en el sentido estricto. Las hembras no esterilizadas mantienen ciclos de celo a lo largo de su vida, normalmente una o dos veces al año, lo que se conoce como estro. Estos ciclos pueden hacerse más escasos con la edad, pero no cesan de forma natural. Por tanto, la ausencia de celo en una perra adulta puede ser indicativa de problemas de salud, lo que requiere atención veterinaria.
Las perras alcanzan la madurez sexual entre los 9 y 10 meses, aunque esta edad varía según la raza y el tamaño. Por ejemplo, los perros pequeños pueden llegar a la pubertad a los 6 meses, mientras que los más grandes pueden tardar hasta 24 meses. La duración del ciclo de celo también depende de la raza, con una media de seis meses, aunque puede oscilar entre cuatro y ocho. Durante el celo, se puede observar sangrado vaginal, una característica que a veces se confunde con la menstruación, aunque forma parte de un ciclo más amplio que incluye fases como el diestro y anestro.
La fertilidad de las perras disminuye con los años y la mayoría alcanzan el límite recomendado para la gestación alrededor de los cinco o seis años. Además, los embarazos en perras mayores presentan riesgos más elevados, incluyendo complicaciones como la distocia y la piometra. Las perras esterilizadas, cuya extracción de ovarios elimina la producción de hormonas sexuales, podrían considerarse ‘en menopausia’, al cesar definitivamente los ciclos reproductivos.
Ciclos reproductivos en gatas
En el caso de las gatas, la situación también es diferente a la de las mujeres. Las hembras comienzan sus ciclos de celo tan pronto como a los seis meses y, al ser animales poliestricos, pueden experimentar múltiples ciclos de estro a lo largo de su vida. Durante la temporada reproductiva, que se da principalmente en primavera y verano, una gata puede entrar en celo cada dos o tres semanas si no se reproduce.
El celo en las gatas se manifiesta a través de vocalizaciones, frotamientos contra personas y otros animales, así como marcaje con orina. Aunque la fertilidad de las gatas es continua, no es constante a lo largo de los años, con una tendencia a tener camadas de menor tamaño a medida que envejecen. Bajo condiciones ideales, una gata joven y no esterilizada podría llegar a tener hasta veinticinco crías al año, aunque esta cifra disminuye con la edad.
Un caso extremo es el de la gata texana Dusty, reconocida por el Guinness World Records, que llegó a parir 420 crías a lo largo de su vida. Sin embargo, el envejecimiento también afecta su capacidad para quedar embarazada, aunque no se trata de una menopausia formal.
La atención veterinaria y la comprensión de la biología de cada especie son fundamentales para garantizar el bienestar de perros y gatos, especialmente en la edad avanzada. La menopausia, en su sentido estricto, sigue siendo un fenómeno exclusivo de ciertas especies, mientras que perras y gatas continúan mostrando la vitalidad de sus sistemas reproductivos incluso en la tercera edad, siempre que se mantengan sanas y bajo supervisión veterinaria.
