La elección del color de las pelotas de tenis ha tenido un impacto significativo en la visibilidad del deporte, especialmente en la televisión. Desde la década de 1970, la transición de las pelotas blancas a las amarillas se inició por un motivo técnico: mejorar la percepción visual para los espectadores.
El origen del color amarillo óptico
La historia comienza en Wimbledon, donde la pelotita blanca, que se había utilizado durante años, dejó de ser práctica con la llegada de las transmisiones en color en 1968. David Attenborough, conocido narrador científico de la BBC, se dio cuenta de que el blanco resultaba difícil de distinguir en pantalla. La solución fue simple: cambiar a un color más visible, el famoso amarillo óptico. Aunque la decisión se tomó en 1972, las pelotas amarillas no se adoptaron en Wimbledon hasta 1986, lo que refleja la resistencia a cambiar una tradición tan arraigada.
La relación del tenis con la física
El papel de la física en el tenis ha sido objeto de estudio para varios científicos, entre ellos, el físico de la Universidad de Pennsylvania, Howard Brody. En su libro, *Tennis Science for Tennis Players* (1987), Brody exploró cómo las leyes de la física influyen en el rendimiento de los tenistas. Su interés comenzó durante unas vacaciones en Florida en los años setenta, cuando observó a un jugador utilizando una raqueta de gran tamaño. Al adquirirla, Brody realizó experimentos para medir la velocidad de rebote de las pelotas en diferentes zonas de la raqueta, determinando que el impacto cerca del cuello generaba un rebote más alto, lo que influía en la estrategia de juego.
Brody se convirtió en una figura prominente en el estudio de la física aplicada al tenis, lo que le permitió explorar un área de conocimiento más allá de su trabajo en física de partículas en el CERN. Su pasión por el tenis lo llevó a un enfoque único que fusionaba el deporte con conceptos científicos complejos, convirtiendo el tenis en un campo de investigación fascinante.
La muerte de Howard Brody hace aproximadamente diez años fue una pérdida significativa para la comunidad científica y deportiva, especialmente considerando que Carlos Alcaraz, el actual campeón de tenis, era solo un niño en esa época, comenzando su camino en el deporte que hoy lo consagra entre los grandes.
La historia de las pelotas de tenis amarillas no solo es un ejemplo de cómo la ciencia puede impactar en el deporte, sino que también refleja la evolución de la tecnología y la cultura en el ámbito del tenis. La visibilidad mejorada ha contribuido a que el deporte sea más accesible y emocionante para los espectadores, transformando la experiencia de ver un partido. La próxima vez que veas un partido, recuerda el ingenio que hay detrás de ese brillante color amarillo.