En un innovador avance hacia la sostenibilidad, el profesor Han Wösten de la Universidad de Utrecht revela que en la próxima década podríamos ver los primeros edificios construidos con hongos. Este material, creado a partir de la intrincada red de raíces de los hongos, no solo promete ser ecológico, sino que también tiene la capacidad de autorrepararse y adaptarse a su entorno.
Wösten, profesor de biología molecular, ha estado estudiando el micelio, una red viva de filamentos que nutre a los hongos y conecta a las plantas, permitiéndoles intercambiar recursos. Su equipo de investigación, denominado Fungateria, está explorando el uso de «materiales vivos artificiales» (engineered living materials, ELM) que fusionan micelios con bacterias, creando así materiales adaptables y autorregenerables.
Innovación en el sector de la construcción
La idea de utilizar hongos en la construcción puede parecer inusual, pero los investigadores sostienen que estos ELM tienen el potencial de superar las limitaciones de materiales tradicionales como el hormigón y el plástico. A diferencia de estos, los materiales vivos pueden crecer, repararse y adaptarse a cambios en su entorno. Por ejemplo, se están desarrollando paredes que pueden reparar sus propias grietas y ladrillos que absorben CO2.
Las ventajas de estos materiales son significativas, especialmente si consideramos que el sector de la construcción es responsable de más de un tercio de los residuos totales generados en la Unión Europea. Las emisiones de gases de efecto invernadero vinculadas a la extracción de materiales y la fabricación de productos de construcción representan entre el 5% y el 12% de las emisiones totales de los Estados miembros de la UE. Por lo tanto, la implementación de estos nuevos materiales podría reducir las emisiones en un 80%.
Un futuro sostenible y adaptable
La investigación de Wösten no solo se centra en la creación de materiales, sino que también contempla la posibilidad de que los edificios crezcan como organismos vivos. «Ya sabemos fabricar materiales similares al cuero y paneles de aislamiento a partir de estas redes fúngicas extendidas», explica Wösten. «Ahora queremos ir un paso más allá y crear edificios que crezcan de manera controlada».
Sin embargo, la idea de tener organismos vivos en los edificios puede resultar inquietante para algunos. El profesor Phil Ayres, pionero en arquitectura biohíbrida, defiende que este cambio será gradual y que la sociedad debe adaptarse a la idea de que los materiales pueden ser dinámicos. «Llevamos cientos de años consumiendo alimentos que contienen organismos vivos, pero solo llevamos 20 años estudiando su aplicación en la construcción», señala Ayres.
El equipo de Fungateria está trabajando en condiciones controladas para asegurar que los hongos, específicamente la especie Schizophyllum commune, crezcan de manera segura. Este tipo de hongo crece en madera muerta, lo que plantea desafíos que deben ser gestionados para evitar que consuma elementos estructurales. Utilizando señales naturales como luz y temperatura, los investigadores pueden controlar el crecimiento del micelio.
A medida que la investigación avanza, el equipo ha demostrado que estos hongos pueden sobrevivir en condiciones adversas, lo que sugiere que tienen la resiliencia necesaria para adaptarse a las fluctuaciones climáticas. La visión de Wösten es clara: «En el futuro, podremos generar edificios enteros a partir de una estructura principal de madera y con hongos que crezcan alrededor y dentro de los marcos de madera».
Con esta investigación, se vislumbra un futuro en el que la arquitectura no solo se inspira en la naturaleza, sino que se integra plenamente en ella, creando espacios vivos y sostenibles que trabajen en armonía con el medio ambiente.
Las investigaciones descritas en este artículo han sido financiadas por el programa Horizon de la Unión Europea. Las opiniones de los entrevistados no reflejan necesariamente las de la Comisión Europea.
